La respuesta corta
sería no, el feminismo en sí no es hipócrita, hipócritas son las personas que
lo componen. Sin embargo, frente a este último punto el debate se mantiene y se
mantendrá abierto.
Antes de que sigan
avanzando por este escrito, debo admitir que yo me considero feminista no
radical. Ejemplo de esto son algunos de mis post anteriores, como: Masculinidad herida, Vamos a quejarnos ¿Porqué los artículos para mujeres son tan inútiles?, El problema de las protagonistas femeninas, etc.
Esto no quiere decir
que comparta todas y cada una de las posturas feministas, ya que existen
demasiadas. Pero hoy, y con esta entrada, quiero referirme puntualmente a las
feministas radicales.
No me sorprende que,
cuando era más joven, me pusiera del lado de los hombres para cuestionar varias
prácticas feministas: como las denuncias falsas hacia los hombres, el daño en
bienes públicos y privados o mostrar los pechos como forma de protesta, etc.
Claro, internet hacia
ver que todo lo relacionado con el feminismo era malo. Pero esto era porque
estaba viendo solo la cara mala, la cara extremista de esta corriente de
pensamiento.
Cuando Emma Watson
salió a decir por allá en el 2013, sino mal recuerdo, que ella era feminista me
sorprendí y hasta llegué a sentirme un poco desilusionada, lo admito, porque yo
seguía visualizando el feminismo como algo malo, como una especie de guerra
declarada contra los hombres.
No obstante, me
equivocaba. Un error que fui corrigiendo con los años y que me ayudó a entender
que yo era una víctima más del machismo. Me di cuenta de que toda mi vida había
vivido situaciones machistas a las cuales nunca había identificado como tal,
pensando que eran “normales” o “circunstanciales”; cuando claramente eran
machismo.
Pero ahora que he
llegado a este punto y he escrito varios artículos hablando sobre el tema, y
muy seguramente lo siga haciendo, decidí regresar sobre mis pasos para
reconocer lo que yo considero son errores del feminismo, o bien un feminismo
tóxico.
Como dije al comienzo
el feminismo no es hipócrita, porque hipócritas solo pueden ser las personas,
como tú o como yo. El hecho de que yo decida ser feminista no me hace hipócrita,
pero tampoco me hace el no serlo.
Debemos entender
estos puntos antes de continuar con este artículo, porque vaya que es un tema
polémico.
Habiendo aclarado
esto, debo decir que muchas ”feministas” se toman la literalidad de la palabra
para provocar un odio generalizado hacia los hombres, como si el hombre, niño o
anciano, tuviera la culpa de todas las cosas malas que nos ocurren a nosotras
las mujeres.
Es como si, por el
hecho de haber nacido hombre, ya te encontraras maldito de nacimiento, siendo
entonces tu misión en el mundo la de sufrir o pagar por los “pecados” de tus
antepasados.
Esta guerra de género
muchas veces se sale de control, llegando a negarse aspectos claros de la
biología y la evolución. Datos que son científicamente comprobados (no lo digo
yo, lo dice la ciencia), pero que siempre se explican desde la generalidad, es
decir, admiten excepciones. Por ejemplo, se ha comprobado que los hombres son
mejores parqueando vehículos, lo cual no quiere decir que no haya mujeres que
sean mejores en este campo. También se ha comprobado que las mujeres son mejores
identificando emociones, lo que no quiere decir que no existan hombres que sean
mejores en este campo.
La ciencia no nos
puede poner a todos en una misma bandeja y decir: hombres son así, mujeres son
asá. La ciencia solo da parámetros para identificar ciertas cualidades que
están en mayor o en menor forma presentes en nuestra naturaleza. Quiero decir,
somos 8 mil millones de personas, 8 mil millones de mentes funcionando de
formas distintas.
Esto lo menciono,
porque hay feministas que se dedican a insistir en que, absolutamente todo lo
relacionado con lo femenino: ropa rosa, maquillaje, romance, etc, son
concepciones creadas por el patriarcado para oprimir a las mujeres.
Casi que te imponen
como regla dejar de lado tu feminidad para poder entrar al grupo. Esta era una
de las razones por las cuales no me podía identificar como feminista y la razón
por la que muchas tampoco se atreven a identificarse como tal.
Soy una mujer
femenina que adora serlo y no serlo. Soy “tradicionalmente” femenina en cosas
como mi apariencia y ciertos gustos, pero no lo soy respecto a otros. Y eso no
es malo, porque soy yo quien elegí ese estilo de vida. Soy yo, y no un hombre,
la que decide qué ropa usar, cómo hablar, cómo ser. No me pongo un vestido
porque crea que todas las mujeres debemos vestir así, lo hago porque me gusta.
Sin embargo, algunas
feministas quieren crear debates donde no hay nada qué debatir. Como mujeres, llevamos
años luchando por nuestro derecho a decidir libremente. Hoy en día, un gran
porcentaje de mujeres gozamos de libertades y derechos que nuestras abuelas
envidiarían. No en todo el mundo ni en todas partes, claro está.
En otras palabras,
batallamos por este reconocimiento, para que hoy, en pleno siglo XXI, nuestro
propio género nos vuelva a imponer cánones y estereotipos moldeados al gusto de
una minoría.
Salimos de la
opresión del patriarcado, para entrar a la opresión del feminismo radical. Nuevamente,
la historia se repite: como mujer nunca vas a ser suficiente, ni siquiera para
las de tu propio género.
El feminismo no se
construyó para complacer al sexo femenino; surgió porque era necesario encontrar
un equilibrio entre ambos géneros. Los hombres estaban cansados de tener que
lidiar con “pruebas de hombrías”: no llorar, no lidiar con sus sentimientos, no
vestirse de rosa, etc. Y nosotras las mujeres, estábamos cansadas de las
etiquetas: ama de casa, madre, delicada, etc.
¿Por qué entonces
algunas feministas insisten en que los hombres no pueden ser feministas? La
realidad es que tanto hombres como mujeres necesitamos del feminismo, de la
cara positiva del feminismo, para poder ser felices siendo quienes somos,
mientras eso no provoque daños (hablo de daños reales: emocionales y físicos) a
otras personas.
No puedo ampararme en
que soy feminista para tratar mal a un hombre solo porque es hombre
Los hombres no son el
enemigo. El hecho de que un hombre en específico sea machista o tenga ciertas
tendencias machistas no significa que todos los hombres lo sean por el hecho de
haber nacido hombres.
A pesar de esto, esta
misma tendencia feminista intenta suprimir todo lo relacionado al mundo
femenino, para imponernos el mundo masculino como la regla, como si el
comportamiento “típicamente masculino” fuese la única verdad, lo políticamente
correcto.
Es como decir: desde
el nacimiento de la humanidad hombres y mujeres nacieron iguales, pero luego
los hombres impusieron a las mujeres cánones específicos que llamaron “femeninos”.
Una especie de lavado de cerebro, cuando en realidad las hembras siempre fuimos
masculinas.
Las radicales
feministas y los machistas no son tan distintos, ambos convergen en un punto:
lo femenino es sinónimo de debilidad. Quien es femenina o femenino tiene las de
perder.
Y esto no se queda
aquí, porque no solo hablamos de una imposición del mundo masculino, hablamos
de sacar a relucir la peor cara de la masculinidad, la masculinidad tóxica;
premiando comportamientos como la holgazanería, la falta de empatía o la
negación a la crianza, entre muchos otros. Justamente, los comportamientos que
más daño nos han hecho como sociedad.
Lo femenino, sin
embargo, ha beneficiado a muchos hombres en aspectos como: la crianza de los
hijos, la preocupación por el cuidado de la piel y la apariencia, el aprender a
expresar sus emociones.
Si me lo preguntan,
el mundo debería ser más femenino.
Por ejemplo, ¿te has
preguntado por qué nos enamoramos de un personaje ficticio masculino? Porque lo
más seguro es que tenga una personalidad más femenina en los lugares correctos
y masculina en el resto.
Así que, volviendo al
comienzo, no, el feminismo no es hipócrita, algunas feministas sí lo son, lo que,
en lugar de favorecernos como especie, nos perjudica, pues ha llevado a que
muchos hombres y mujeres se resistan a cambiar su forma de pensar, pues ven el
feminismo como algo negativo en su conjunto.
Ahora bien, hoy
hablamos del feminismo radicalista, pero existe un feminismo menos radical al
que me quiero referir en otro artículo, porque, como dije, la hipocresía no se
limita a un determinado grupo, sino a una o más personas.
En este próximo
artículo quiero hacer referencia a cómo algunas feministas niegan claros
ejemplos de injusticia hacia un hombre, casi rozando en el hembrismo, con tal
de defender a una mujer del gremio.