Cualquiera puede
decir que hoy en día abunda la participación de las mujeres en el cine y la
televisión, pero lo cierto es que en la mayoría de los casos su presencia se
siente lejana para el público, y esto puede ser así por dos razones. La primera
y la más obvia es que existen personas que todavía no toleran la presencia de
la mujer en la gran pantalla, pero dejando de lado los pensamientos
retrógradas, la segunda razón nos lleva a aceptar que las protagonistas femeninas
no logran entablar una conexión real con el público.
Para empezar, debemos
entender que esta conexión no depende del género del personaje sino de sus
emociones, experiencias, pensamientos y hasta sus mutaciones a lo largo de la
historia.
Así, una niña puede
sentirse identificada con los problemas de Peter Parker o, al contrario, un
niño puede preferir una superhéroe mujer respecto al resto, como fue el caso
del hijo de Chris Hemsworth, que prefirió disfrazarse de la mujer maravilla antes
que el propio Thor, situaciones que no deben ser vistas con malos ojos.
Sin embargo, existen ocasiones
en las que las chicas como protagonistas no funcionan y esto no tiene nada que
ver con el hecho de que sean mujeres, sino con que sus personajes son
estereotipos planos y poco complejos.
En las películas de
superhéroes, por ejemplo, encontramos el estereotipo de chica esbelta, quizás
rubia o de hermoso cabello largo, sexy, muy hábil en combate y con una
inteligencia prodigiosa. En otras palabras, una supermegamuchonabi, que es el
término que utilizo para referirme a alguien que todo lo puede, todo lo ve y
todo lo sabe.
Este término lo tomé
de la serie Brandy y el señor Bigotes, en el episodio en el que los personajes
contratan a una señora de la limpieza que es perfecta en su trabajo y en
básicamente todo; tanto así, que estos se obsesionan con ella hasta el punto de
hacer todo lo posible para que se quede con ellos. En aquel episodio Bigotes se
refiere a la trabajadora como “supermuchonabi”, pero creo que vale mi
apreciación.
A lo que quiero
llegar, es que estos personajes son perfectos sin importar el ángulo en que los
mires, por lo que sus problemas o sus vivencias están por fuera de la
experiencia de cualquier persona y en consecuencia nadie se puede sentirse identificados
con ellos.
Estas heroínas pasan
muy desapercibidas y aunque tengan el protagónico suelen ser opacadas por
personajes masculinos secundarios.
Tenemos el caso de
X-Men: Dark Phoenix, la película que quería demostrarle a la comunidad que el
cine de superhéroes no estaba hecho solo para hombres.
Le dieron el
protagónico a una chica, que había cogido fama gracias a Juego de Tronos, y la
juntaron con otras compañías femeninas para satisfacernos, incluyendo la
villana, pero se olvidaron del desarrollo de la historia y del desarrollo del
personaje.
En ningún momento de
la película alguien sintió que pudiera justificar los actos de Jean, porque
nunca tuvieron sentido para empezar. Los productores tenían en las manos a uno
de los personajes más complejos de Marvel y de los comics en general, y teniendo
la oportunidad de llevar las cosas mucho más allá, se conformaron con un pasado
trillado con el que pretendieron justificar las actuaciones de la protagonista. Por
si fuera poco, desplazaron a todos los personajes masculinos, incluido a
Quicksilver, a quien la gente adora ver, solo para intentar centrarse en las
mujeres. Y con todo eso, Magneto terminó por llevarse la gloria en la
actuación.
A lo que me refiero,
es que no basta con poner a una chica en el protagónico y omitir a todos los
hombres. Las buenas protagonistas destacan sin necesidad de opacar a los demás.
Cuando se crean personajes completos, estos terminan por ser el foco de atención,
aunque durante la historia aparezca otros mil más.
Tenemos por ejemplo a
Star Buttefly de Star vs las Fuerzas del Mal. Siendo una serie para niños,
muchas chicas, incluido un público mayor, pueden sentirse identificadas con la
protagonista. Aunque Star tenga novio y su mejor amigo sea su compañero de
batallas, ella es quien termina siendo el foco de atención y para ello no tiene
la necesidad de opacar a ningún chico, ya que su brillo es auténtico.
Me gusta esta serie
por su complejidad, porque, aunque a primera vista parezca ser solo otra serie
de Disney para niños, toca temas profundos como el racismo, la discriminación
social, las responsabilidades y las consecuencias de nuestros actos. Star es un
personaje profundo que tiene uno de los mejores desarrollos durante la
historia, pasando de ser una chica irresponsable que solo quiere divertirse
golpeando monstruos, a una chica con la responsabilidad de generar un cambio de
pensamiento en su reino que implique la aceptación de lo extraño o lo diferente.
Y no solo eso, sino
que Star se siente cercana, se siente real, razón por la cual brilla su
protagónico.
Las chicas
protagonistas no tienen que ser supermegamuchonabis, extremadamente
inteligentes, hermosas y dinámicas. Las chicas también pueden ser graciosas,
holgazanas, groseras y poco atléticas. Las chicas también pueden tener deseos
suicidas, fingir su personalidad o hacer comentarios sarcásticos.
Esta el caso de Xena:
la princesa guerrera, fuerte, hermosa y seductora, pero también hostil y
déspota al inicio. Se comporta de forma opuesta a cómo debería ser una
princesa, pero todos la adoran porque tiene originalidad y sentido común.
Y como ella se pueden
citar muchos ejemplos de buenas personajes y buenas protagonistas mujeres.
Necesitamos menos chicas como Capitana Marvel. Que siendo tan increíblemente poderosa, los productores no
supieron qué hacer con ella en la última película de Avengers. Lo cierto es que
su participación aburre, porque poco hay que desarrollarle a un personaje
perfecto.
En conclusión, el cine y la
televisión han demostrado que pueden crear buenos personajes femeninos y para
ello sus creadores solo deben tener los pies sobre la tierra y comenzar a pensar
en los problemas que nosotras padecemos por ser mujeres y, ante todo, por ser
personas, y no solo dejar que "el género" nos contente.