Para nadie es un
secreto que nuestro planeta está sufriendo las consecuencias del cambio
climático. Y digo secreto, porque, aunque algunos no lo quieran reconocer, el
problema es real y de hecho bastante serio.
Esto ha llevado a que
miles de personas alrededor del mundo unan sus voces y aboguen por un cambio.
Entre ellas, encontramos la de una particular joven, muy sonada en las noticias
de los últimos días, Greta Thunberg.
Greta, de apenas 16
años de edad se ha atrevido a enfrentar a los líderes mundiales para exigirles
conciencia por sus actos. Gesto que ha despertado la furia de muchos, y no
necesariamente para apoyar su iniciativa, sino todo lo contrario, para
opacarla.
Así, encontramos
personas que han tomado la oportunidad para burlarse de ella o de su
enfermedad, tildándola de "patética" y "promocionada". Esto solo demuestra que
hemos fracasado como adultos, que en algún momento dejó de importarnos el
futuro de nuestra generación para centrarnos en lo que podamos aprovecharle al
ahora.
Somos egoístas,
queremos ofuscarlo todo con dinero. Llamamos listo a aquel que recoge más
billetes sin esfuerzo y luego se ríe al ver a sus rivales esforzarse. Le hemos
dado la espalda al mundo para centrarnos en acumular riquezas, riquezas que no
valdrán nada si dejamos que el cambio climático siga avanzando.
El mensaje de Greta
es duro, pero no podía ser de otra manera. Ella está enojada, yo estoy
asustada. De mi cabeza no sale la idea de que el fin está cerca y esta vez no tiene
que ver con la religión o con alguna ideología, porque si así fuera estoy
segura de que no habría tantas discusiones.
Los adultos hemos
engañado a los niños, hemos querido ocultarles la verdad. Los hemos metido en
una burbuja y los hemos hecho creer que todo estará bien cuando no es así. Greta,
al igual que muchos, ha salido de esa burbuja y por eso entiendo su enojo.
Duele saber que te han mentido, que te han hecho creer que el mundo es un lugar
maravilloso donde los sueños se cumplen y que los adultos estarán allí para
protegerte.
Hasta hace no mucho
yo también me consideraba una optimista sobre el bienestar del mundo. Creía que
estaríamos bien, que las cosas iban mejorando, que cada vez había más gente comprometida
y que realmente habíamos conseguido retrasar el cambio, pero poco a poco me fui
dando cuenta de que no basta con que unos pocos se comprometan.
En mi ciudad aún
existen personas que arrojan la basura al suelo, realizan quemas, se atragantan
de carne, talan los pocos árboles y no recogen la defecación de su mascota. Cada
vez que los veo siento una enorme tristeza, porque es como si no les importara
sus hijos, no les importara nada. Pero es aún más triste ver como esa conducta
es alcahueteada por líderes políticos, por personas que tienen el poder de
cambiar los pensamientos de la gente y que pueden generar grandes cambios
sociales.
Presidentes como
Bolsonaro o como Trump me han hecho perder la fe acerca de salvarnos del
colapso y, sin embargo, allí está Greta enfrentándolos, restregándoles sus
incompetencias de una forma admirable y todo porque ella tiene aún esperanza de
que las cosas puedan cambiar.
Me deprime el pensar
que el grano de arena que pongo para mitigar el cambio climático no servirá de
nada si adultos como ellos se quedan de brazos cruzados ante las atrocidades
ambientales que ocurren día tras día y que quisiera ya no escuchar.
¿De qué sirve el
esfuerzo? Me pregunto, cuando estas personas en lugar de escuchar y emplear
medidas para contrarrestar el calentamiento global y las emisiones de CO2 no
están haciendo nada.
¿Promocionada?, ¿favorecida?,
¿maleducada? No me importa cómo le digan, yo la apoyo por el simple hecho de
que lo que dice es la verdad, verdad que duele aceptar porque como adultos
estamos acostumbrados a justificar nuestros actos, aunque no tengan sentido.
Como miembro de este
planeta quiero ser otra voz más, otra voz de inconformidad y decirles a los adultos
basta. Y si preocuparme por mi planeta y por mi futuro me hacen patética,
entonces sí, soy patética e invito a otros a ser patéticos también, porque solo
juntos podremos lograr algo.
Propia |
Los colombianos
creemos que los efectos del cambio climático solo se ven vislumbrados en países
como China, México, Estados Unidos y en otras grandes potencias, que eso no
pasa acá, que aquí estamos bien, que tenemos agua, recursos y biodiversidad y
mucho de eso es cierto, nuestro país no es el mayor contaminante del mundo,
pero me pregunto, ¿qué estamos haciendo para proteger nuestros recursos? ¿Acaso
hemos protegido nuestros páramos contra la minería?, ¿hemos velado por la
protección de animales en amenaza de extinción?, ¿hemos frenado proyectos como
el fracking o la minería ilegal?, ¿hemos dejado de contaminar nuestras aguas?,
¿hemos protegido nuestros bosques? Si la respuesta es negativa a cualquiera de
esas preguntas, amigo, tenemos un problema.
¿Acaso vamos a
esperar a que los daños sean irreparables para darnos cuenta de que hicimos mal
o haremos algo ahora que todavía tenemos tiempo para que el resultado sea
distinto?
Reaccionemos, el cambio está en nuestras manos.