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Reseña de la saga El señor del Tiempo por Louis Cooper

 


Tarod es un muchacho que sueña con algún día ir a la Península de la Estrella, lugar donde viven Los iniciados, el gran círculo de adoradores al dios Aerois, un ser que, en algún momento del pasado, desterró al Caos del mundo.


Esto es quizás lo más difícil de entender de la historia, pero no te preocupes la narradora te lo repetirá las veces suficientes como para que se te quede grabado. Y esa, es precisamente una de las razones por las cuales disfruté tanto leer esta novela de fantasía suave.


Casi siempre, al leer una historia de fantasía, me tropiezo con descripciones muy detalladas o tramas complicadas de entender, pero la saga del Señor del Tiempo es simple y corta y eso la hace maravillosa. Louise Cooper nos da una lección de narración, porque nos demuestra que no hace falta construir un mundo enrevesado para que el lector disfrute de él.


Es cierto, no lo voy a negar, que hasta cierto punto las actitudes de los personajes resultan genéricas y predecibles, pero esto no le resta mérito a la historia. Así, por ejemplo, tenemos a Tarod, que sería nuestro héroe o antihéroe con un poder oculto en su interior; al antagonista que odia al héroe, pero que tiene sus razones para hacerlo; a la mujer fatal que engaña al héroe y recibe su castigo; y finalmente a la mujer buena, que hace todo por el héroe y, por supuesto, es recompensada.


Si nos ponemos a pensar la novela tiene los típicos personajes principales que podemos encontrar en cualquier otra historia y, sin embargo, funciona, porque lo he dicho antes y lo seguiré repitiendo hasta el cansancio, para que una historia funcione hace falta mucho más que solo originalidad.


Tener algunos elementos «predecibles» o «genéricos» no convierte una historia en una mala historia, todo depende de lo que decidas hacer con ellos. A mi forma de ver, la narración funciona bien así, porque de esa manera como lectores nos preocupamos menos por tratar de entender a los personajes y nos enfocamos más en disfrutar la historia. Dicho en otras palabras, el tiempo que normalmente empleamos en descifrar a los personajes lo empleamos en otras áreas.


Después de todo, en los mundos de fantasía, mientras menos cargas les des a los lectores mucho mejor. Por eso, opino que Louise Cooper supo bien cómo distribuir dichas cargas, de manera que los lectores no sienten que están soportando todo el peso de la historia.


Una Trilogía bien dividida, El iniciado


Ahora bien, El señor del tiempo se divide en tres tomos. El primero de ellos se llama El iniciado y nos introduce a la vida de Tarod como iniciado del círculo hasta el descubrimiento de su verdadero poder, el cual, para los que no les molesta un poco de spoiler, consiste en ser nada más ni nada menos que la encarnación del mismo caos; así es, del mismo caos que fue desterrado por Aerois siglos atrás.


Lo que me encanta de este inicio de saga es que no te topas con ningún tipo de explicación, lo cual, al principio, te hace dudar de poder entender la historia; sin embargo, mientras más avanzas te das cuenta de que puedes prescindir de las explicaciones, que puedes vivir sin ellas y que no le van a restar comprensión a la historia.


Es como aprender inglés a costa de vivir en un país donde todos hablan inglés, aprendes por experiencia. Cooper acude a los hechos antes que las explicaciones, de manera que no necesitas una definición exacta de cada cosa, porque basta con ver lo que los personajes hacen y cómo se comportan.


Así, aunque la autora nunca define términos como Sumo iniciado, Círculo, Orden y Caos, no hace falta, porque, al igual que en un trabajo, la experiencia de vivir o de leer la historia te hace construir tus propias definiciones.


Es por eso que no me molesta el hecho de que los personajes sean un tanto genéricos, porque la autora supo desde el inicio que el lector tendría una tarea más grande y esa tarea era entender su mundo sin definiciones previas.


Si bien el libro comienza con una especie de introducción, esta introducción es muy corta, lo cual también le da un plus, pues creo que muchos autores de fantasía abusan con las introducciones largas y detalladas que la verdad nadie gusta de leer.


Dejando esto de lado, el primer libro de la saga viene a ser un comienzo suave con un final inesperado, a menos que se hayan hecho spoiler, claro, pero con una dirección clara: demostrarnos quién es Tarod. Más allá del caos, más allá de ser un iniciado, más allá de ser un joven talentoso, ¿quién es él en verdad y qué idea nos podemos hacer de él hacia el futuro?


Segundo libro, El proscrito


El segundo libro de la saga es mi favorito y aquí debo reconocer que hasta el final del primer libro me mantuve a la expectativa. Supongo que es una actitud normal que, cuando comenzamos un libro o leemos a un autor por primera vez, nos pongamos un poco a la defensiva, porque no sabemos a qué a atenernos, ¿me explico?


Creo que esto me ocurrió con el primer libro y quizás por eso no lo disfruté tanto como debiera; sin embargo, ya cuando leí el segundo estaba mucho más familiarizada con los personajes y con la historia en sí, por lo que pude relajarme y disfrutar más el desarrollo de la trama.


A parte de esto, en el segundo libro, Cyllan, que es la deuteragonista de la saga en general, tuvo más protagónico. En esta segunda entrega ella y el hijo del margrave de la provincia de Shu-Nhadek, Drachea, son transportados al castillo de los iniciados, donde Tarod ha detenido el tiempo.


Aquí vienen momentos muy tensionantes para los personajes, momentos que por lo menos a mí me mantuvieron muy intrigada y con la necesidad de seguir leyendo. Los que ya leyeron el libro sabrán de qué hablo.


Puede ser que como mujer me molestara aun más ver a Cyllan en la situación en la que estaba, repartiéndose entre Drachea y Tarod. Pero lo cierto es que me sentí identificada con su vulnerabilidad y, hasta un punto, traicionada con lo que ocurrió casi al final del libro, cuando el tiempo vuelve a la normalidad.


A parte de eso, me gustó la interacción con los demás personajes, en especial el vínculo que se forma entre Tarod y la hermana Erminet.


Tercer libro, El orden y el caos


Llegados a este punto, el tercer libro de la saga tiene un desarrollo más o menos tranquilo, por lo que me recordó mucho al primer libro. Recordemos que, en el segundo, Tarod y Cyllan se separan, por lo que en esta entrega tratarán de encontrarse de nuevo para cumplir una última misión, entregar la gema del caos al señor de señores, Aerois.


Algo que me gusta de este libro es que podemos ver más del mundo exterior en el que viven los personajes, ya que la mayor parte de la saga trascurre en el castillo de la Península de la Estrella. De esta forma, entendemos cuál es la perspectiva de las personas «comunes», por llamarlas de alguna manera, frente al círculo, los iniciados o la magia del caos.


Recordemos que al comienzo del primer libro Cooper ya nos había dado una idea sobre esta visión, retratando a un pueblo ignorante, que nunca cuestionaba la voluntad de Aerois y que, ante el primer quebrantamiento de esa «voluntad», entraba en pánico y buscaba la forma de «eliminar» todo aquello que fuera diferente.


En este tercer libro se repite un poco la historia, porque en el reino se ha corrido la voz de que el caos está suelto por ahí y es debido a esto que en las ciudades los jefes inician sus propios juicios divinos. Una especie de alegoría a la inquisición. Supongo que entenderán de qué estoy hablando.


Finalmente, los personajes llegan a una isla, que es la isla Blanca, con guardianes que tienen costumbres medio raritas, pero que bueno, llevan a Keridil, es decir, a nuestro antagonista, que lo llamo así solo porque se opone a la voluntad del protagonista y no porque sea malo en sí, a la cima de un volcán donde llama a nuestro aclamado dios Aerois.


El final de la trilogía me pareció un final adecuado para la saga, no es un final de cuento de hadas, pero tampoco es un final trágico. Creo que está bien desarrollado y más bien encaja con las expectativas de los lectores.


Conclusiones finales


Una de las cosas que más me gustaron de esta serie de libros fueron los personajes. Algo que a veces noto en las historias de fantasía es que el malo siempre es muy malo y el bueno siempre hace lo correcto y esto me parece tedioso, porque la vida real es mucho más compleja. Pero en este caso Louise Cooper nos trae un protagonista que se sale de ese molde.


Tarod no es un héroe y de hecho hace muchas cosas cuestionables dentro de la saga que lo pondrían más del lado de un villano; sin embargo, no es un ser maligno, como lo perciben los demás personajes. La idea que introduce El Señor del Tiempo con él es que no puede haber orden sin caos, ni caos sin orden, las dos se necesitan para que haya un equilibrio, porque hacen parte de la vida, como un ciclo.


No podemos clasificar a los individuos como buenos o malos, porque no somos cifras, somos seres que se dejan guiar por emociones, más que por el razonamiento. Buscamos la seguridad y por eso le tememos a lo desconocido, pero ese desconocimiento y miedo nos puede llevar a cometer locuras. Siendo así, ¿qué tanto debo temer y qué tanto debo descubrir?


Si el miedo no existiera no hubiésemos creado las ciudades para protegernos, pero también es gracias a que el miedo existe que inventamos reglas que nos mantienen en la ignorancia, una ignorancia que puede lastimar a otros.


Y bueno, esta es mi opinión sobre la trilogía, espero que les haya gustado. Déjenme saber qué opinan en los comentarios.




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