“Quiero un hombre que me proteja.
Soy capaz de hacerlo yo misma, pero quiero sentir esa protección”. Ese fue mi
comentario en un video de Tiktok hace unas dos semanas atrás. La chica del video
estaba hablando de que nosotras como mujeres debíamos ser capaces de ser
honestas sobre lo que queremos en una relación y aceptarlo sin pena, ya que
muchas veces nos dejamos llevar por la presión social y olvidamos que lo más
importante es lo que nos hace felices.
Escuchando su mensaje, por
primera vez me atreví a decir en voz alta lo que venía pensando hace tiempo: “quiero
un hombre que me proteja”. Y la verdad me sorprendió la cantidad de Me gusta
que recibió este comentario. Hoy 20 de mayo del 2023 cuenta con exactamente
1477 likes. Eso me llevó a pensar en escribir
un artículo profundizando sobre el tema.
A ver, aclaremos. Me considero
una mujer independiente que disfruta la vida en solitario, voy al cine sola
cuando me plazca y si quiero ir a algún lado o hacer alguna actividad la hago,
aunque eso implique llamar la atención. No lo hago porque no tenga con quien
hacerlo, lo hago porque me gusta, porque no le temo a estar sola.
Si quieres saber más del tema te
invito a leer: Ir solo al cine, ¿una pesadilla? Las ventajas de estar solo.
Por otro lado, que yo disfrute mi
soledad no significa, en lo absoluto, que no disfrute y valore la compañía de
otras personas. Todo lo contrario, siento que el hecho de que pueda sentirme bien
estando sola, hace que valore todavía más la compañía de otras personas, puesto
que elijo estar con ellas porque me hace feliz, no porque lo necesite en
términos estrictos.
En otras palabras: no necesito un
hombre en mi vida para sentirme completa.
Decir esto se siente bien, pero
me di cuenta de que esta frase, como tantas otras, se convirtió de pronto en la
antípoda de muchos deseos, como si ambas ambiciones se cancelaran entre sí.
Me explico: solemos pensar que, si
A es diferente a B, aceptar a B significa negar a A. Que es lo mismo a decir:
si no necesitas un hombre, no deberías desear estar con un hombre, porque
desearlo es aceptar que lo necesitas.
Como ya he hablado de ello en
otros artículos de este blog, las mujeres sentimos presión por ambos bandos: el
masculino y el femenino. Mientras los hombres se burlan de tu independencia
emocional, las mujeres te dicen que tienes que ser fuerte e independiente para
sobrevivir.
Aplicando la regla de la antípoda,
ser una cosa implica negar la otra.
Por eso muchas mujeres
independientes y exitosas a veces sienten miedo a decir: me gusta ser femenina,
me gusta estar con un hombre proveedor, me gusta servirle a mi pareja.
Hacerlo es como si automáticamente
arruinaras todo el trabajo y esfuerzo de las mujeres a lo largo del tiempo. Es
como si te dijeran al oído: ¿cómo puedes querer eso después de todo lo que nos
hemos esforzado por no depender de los hombres?
Y de pronto, sientes miedo de no
encajar en el nuevo feminismo y que te señalen por ser menos mujer que el
resto. ¿Qué ha ocurrido entonces? Que muchas de nosotras nos vimos obligadas a callar
y, en especial, a fingir.
Finjamos que no nos gusta el
romance.
Finjamos que no nos gustan las
cosas tiernas.
Finjamos que no nos gusta el
rosa.
Pero vamos más allá, vamos a fingir
en las relaciones para poder encajar en el molde de una feminista ejemplar:
Finjamos que no queremos ser
tratadas como princesas.
Finjamos que no nos gusta que nos
inviten.
Finjamos que no nos gusta que nos
ayuden.
Y la lista puede seguir y seguir.
Claro, podemos ver a otra mujer
en una relación donde los roles de pareja son los roles de género tradicionales
y decir: esta bien, eso es lo que ellos decidieron y lo que la hace feliz a
ella. Pero lo decimos desde la distancia, o más bien, lo decimos porque estamos
distantes, porque esa no es nuestra situación y son ellas y no nosotras los
objetos de crítica.
Pero tal vez estamos exagerando y
tal vez no nos hemos dado cuenta de que muchas de nosotras estamos en la misma
situación: deseando quedarnos del lado femenino y de lo tradicionalmente
femenino, sea en menor o en mayor proporción, pero lo deseamos.
Entre todos los comentarios que
me hicieron solo uno fue negativo. Una chica me dijo que luego no llorara si mi
pareja no me dejaba salir con mis amigas o con otros. Su respuesta me dio risa,
porque el hecho de que quiero estar con alguien que me proteja no significa que
voy a elegir a un hombre celoso, obsesivo y controlador. Me conozco, y he
crecido lo suficiente como para mantener alejados a este tipo de hombres en mi
vida.
Es más, la única razón de que ahora pueda reconocer y abrazar con gusto mi feminidad es porque he aprendido a aceptarme a mí misma y no para complacer a otros. Sin embargo, aun con todo esto debo admitir que me costó reconocer el hecho de que quería sentir la protección de un hombre.¿Y por qué es tan difícil aceptarlo todavía?
Tal vez porque parece irónico que
lo diga yo, que lidié con mi complejo de salvadora y que de hecho escribí un
artículo sobre por qué no debíamos dedicarnos a salvar a otros.
Te invito a leer: ¿Quieres ser elsalvador o la salvadora de alguien? Piénsalo dos veces.
Pero de nuevo, aceptar a B no es
negar a A. Yo no busco que alguien me salve, no lo necesito, soy una mujer
madura que sabe lidiar con sus problemas. Sin embargo, quiero estar en un
espacio en el que pueda sentirme vulnerable, en el que pueda demostrar mi debilidad,
llorar, emocionarme por una película de romance, hacer pataletas, comer dulces como
niña chiquita y que me llenen de mimos y caricias. Todo esto sin sentir la
presión de ser rechazada.
Quiero que un hombre esté
pendiente de mí y me cuide. Que me pregunte cómo me siento, que me traiga medicamentos
cuando me siento enferma y se quede a mi lado mientras me quejo. Quiero también
ser su espacio de paz, quiero consolarlo y prepararle la comida cuando esté
ocupado.
¿Y qué?
No te estoy diciendo que esto es
lo que te tiene que gustar a ti. Es lo que yo, Dotatodi, quiero. Pero chica, si tú eres de las que, por miedo a
ser juzgada, todavía te niegas a decir qué es lo que quieres, es tiempo de que
dejes de fingir y lo grites, no pierdas el tiempo en complacer a otros.
Meses atrás, muchas semanas antes
de mi comentario y de ver todos estos videos sobre energía femenina, me
encontré con el video de una chica. Ella contaba que desde que se había casado se
dedicaba a hacer lo que más le gustaba hacer, porque su esposo la mantenía.
Cuando fui a los comentarios
esperaba ver chicas molestas, hombres insultándola y todo tipo de comentarios
ofensivos. No obstante, fue todo lo contrario, más de una chica se sentía
identificada y más de una deseaba lo mismo que ella. Incluso yo lo pensé: si un
chico me dijera que puedo dedicarme a escribir todos los días, sin necesidad de
preocuparme por dinero, porque él me va a mantener, definitivamente lo haría.
Y de nuevo, no estoy diciendo que
todas debamos soñar con un hombre que nos mantenga o con un hombre que nos proteja,
te digo que sueñes lo que tú quieres soñar y reconozcas lo que a ti te hace
feliz. Porque somos mujeres distintas, de edades distintas, experiencias
distintas, cicatrices distintas y no todas encajamos en un determinado molde y
está bien, porque primero se trata de quererte y aceptarte a ti misma.
El comentario más triste que me
hicieron vino de una chica y decía: “quiero decirlo, pero aún me da miedo ser juzgada”.
Amor, que no te dé miedo, grítalo.
Soy Dotatodi y me dan miedo las películas de terror, amo los webtoons de romance, pero detesto las
cosas demasiado cursis, me gustan las caricias, pero solo cuando quiero, no soy
casi nada espiritual, ni creo en teorías de la conspiración, me gusta la
ciencia y lo racional, pero me emociono hasta las lágrimas por las experiencias
de triunfo. De hecho, lloro por todo, lloré incluso escribiendo este post. Soy
tierna, pero al mismo tiempo puedo ser extremadamente odiosa. Soy demisexual,
pero me gusta sentirme sensual y deseada. Soy educada, pero cuando nadie me oye
digo muchas groserías. Y esto solo hace parte de una pequeña fracción de mí.
Soy una contradicción en sí,
rompo la regla de la antípoda una y otra vez, y lo hago porque, más que mujer,
soy humana, una humana imperfecta, con sueños y deseos imperfectos.
Doris, a mí me da pena decir que quiero que un hombre que me proteja y me da miedo decirlo. Ya que a veces la gente te juzga, además en mi deseo más profundo quiero un hombre que proteja de mis sentimientos.
ResponderEliminarUno que sepa mis miedos, mis heridas y me proteja lo suficiente para que no me lastime.
Se vale querer algo así; como tu dices solo somos humanos con sueños y deseos.
La cuestión es no buscar en el otro lo que nos hace falta. Es construir tu autoestima y luego sí desde tu aceptación, desde tu bienestar, buscar lo que te hace feliz. Antes de buscar amor en los demás debemos aprender a amarnos a nosotros mismos.
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