Respuesta
corta: No. Ninguna clase de acoso está bien, ni de mujeres a hombres ni de
hombres a mujeres. Pero últimamente, en las redes sociales, vemos tanto a
hombres como mujeres, justificando el acoso de un lado al otro y viceversa; situación que considero debe parar.
Antes
que nada, definamos qué entendemos por acoso. De acuerdo con RAE, acoso puede
ser: “Apremiar de forma insistente a alguien con molestias o requerimientos”.
Para
mí el acoso debe cumplir con tres características para definirse como tal. La
primera es que debe ser un acto voluntario de una persona a otra. La segunda es
que debe perseguir un fin, que normalmente es convencer sobre hacer, no hacer,
dar o no dar algo. Finalmente, este acto, debe generar incomodidad y rechazo en
la persona sobre la que se ejerce la acción.
En
este sentido, hacer comentarios, chiflidos y muecas a una mujer en la calle es
acoso, independientemente de que quien lo haga sea un hombre guapo o no.
Los
hombres siempre intentan justificar el acoso en las calles diciendo que: si
fuera un hombre guapo las mujeres no nos sentiríamos acosadas, y esto no es tan
cierto como se piensa. Esto depende mucho del tipo de sociedad donde se haya
criado esa mujer, dado que, mientras más machista sea esa sociedad, es más
probable que la mujer considere el acoso como algo positivo.
Por
otra parte, hay que aclarar que los hombres guapos o con conceptos positivos
sobre sí mismos no suelen recurrir a estas prácticas, porque simplemente no las
necesitan para conquistar a una chica.
Por
si fuera poco, una mujer que ha sido criada en un ambiente poco machista o con
ciertas bases antimachistas nunca va a considerar un hombre acosador
(independientemente de su físico) como un buen hombre.
La
otra excusa que siempre suelen utilizar los machistas de closet es que las
mujeres debemos estar agradecidas con nuestros acosadores, porque “somos tan
lindas” y “nos vemos tan bien” que alguien simplemente tiene que decírnoslo;
además de que no hay dobles intenciones en dicho acto.
Esto
último es completamente falso. Las mujeres, por naturaleza, solemos ser más
perceptivas para predecir el comportamiento de otra persona. Un llamado sesgo
evolutivo que desarrollamos para entender mejor las expresiones de nuestros
hijos.
Esto
quiere decir que se nos facilita interpretar las intenciones de otra persona, y
por supuesto que esto incluye saber cuándo alguien nos está coqueteando. De esa
forma, sabemos que un hombre que acosa a una mujer por la calle lo hace con una
intención sexual de por medio.
El problema
no es que la mujer no desee captar la atención sexual de alguien, el problema
es que no queremos hacerlo cuando vamos por la calle. De nuevo, esto depende
del tipo de mujer y la sociedad en la que haya sido criada. Pero la mayoría de
nosotras no está predispuesta a recibir comentarios sexistas por la calle. Distinto
es cuando interactuamos con alguien en una fiesta o en una discoteca, pues en
dicho acto habrá, seguramente, una intención sexual de por medio.
Ahora
bien, es claro que una mujer con la suficiente confianza en sí misma no
necesita que un hombre por la calle le diga que “se ve bien”, porque, de nuevo,
no estamos en modo coqueteo. Esas son frases que queremos escuchar del chico
con el que hemos venido hablando por chat o de nuestra pareja, no de un
completo desconocido.
Ahora
bien, volviendo al comienzo, el acoso debe ser algo intencional. Eso significa
que la persona acosadora debe querer realizar el acto de acoso. Por esta razón,
la queja de una mujer que tuvo que sentarse en medio de “dos hombres con
sobrepeso” en un avión, cosa que la hizo sentirse incómoda, no es acoso, porque no
fue un acto intencional.
Sí,
quizás para ella fue algo incómodo, pero tampoco podemos llegar al extremo de
llamar cada situación incómoda como acoso; de ahí la importancia de las tres
características que mencioné al inicio de este post.
Por
otra parte, tenemos el acoso de mujeres hacia hombres, algo que tampoco está
bien. Incluso podríamos llegar a darle la razón a los machistas de closet
cuando dicen que las mujeres no justificamos el acoso del hombre hacia
nosotras, pero sí el de nosotras hacia ellos.
Podríamos,
pero no lo hacemos. Lastimosamente, el acoso de mujeres hacia hombres casi
nunca es percibido como acoso. Y aquí cobra importancia la última
característica mencionada y es que para que alguien se sienta acosado, el acto
de acoso debe generar incomodidad o rechazo.
Por
internet podemos encontrar cualquier cantidad de videos de mujeres que, por
broma o por gusto, acosan hombres en la calle. En la mayoría de los casos, 9 de
cada 10 veces, los hombres toman el acoso de forma positiva. Es decir, reaccionan
distinto a las mujeres. He ahí la cuestión, porque precisamente esa reacción
hace que el acoso deje de ser acoso, al menos, para ese hombre en concreto.
Y
de nuevo, debemos recordar que biológicamente las mujeres solemos percibir el
mundo de forma distinta a los hombres. Mientras los hombres son más visuales,
más físicos, más sensoriales, las mujeres somos más sensitivas y emocionales.
Esto lo menciono como cualidades generales que admiten excepciones. Por si
fuera poco, los hombres son seres más sexuales y con esto no quiero decir que a
las mujeres no nos guste el sexo, quiero decir que el sexo abarca una gran
parte del pensamiento masculino.
Volviendo
al punto, es más probable que una mujer cuente con un mayor número de
pretendientes que los que pueda tener un hombre promedio. Una mujer, por tanto,
no tiene la necesidad de buscar afecto o atención en desconocidos, a diferencia
de un hombre.
Todas
estas características, que repito son generales, llevan a que un hombre se
sienta bien ante una situación que, siendo al revés, podría ser considerada
acoso.
¿Esto
quiere decir que está bien hacer comentarios, chiflidos y muecas a un hombre
por la calle? No.
Como
dije, pueda que para la mayoría de los hombres el llamado “acoso callejero” se
sienta bien y que incluso no sea percibido como acoso. Pero, volviendo a las
tres características del acoso, vemos que podemos reconocer fácilmente las dos
primeras, pero la tercera, que viene a ser ese sentimiento de repulsión,
malestar o rechazo en el acosado, no es tan fácil de detectar.
En
otras palabras, si 9 de cada 10 mujeres que reciben “atención” en las calles se
siente mal y solo 1 de cada 10 se siente bien, no vamos a suprimir el acto de
acoso solo por esa única mujer que lo percibe como algo positivo.
De
igual manera, si 9 de cada 10 hombres que reciben “atención” por las calles se
siente bien y solo 1 de cada 10 se siente mal, no vamos a suprimir el acto de
acoso solo por esos 9 que se sienten bien.
¿Por
qué? Porque no podemos ir por la vida adivinando a quien le gusta o no le gusta
ser acosado. No es algo que podamos deducir solo por ver a alguien. Pero sí
podemos estar seguros de que, si nunca acosamos a alguien por la calle, nunca
vamos a hacer sentir a alguien incómodo o incómoda.
Por
esas 9 mujeres que se sienten mal, no acoses a ninguna, y por ese único hombre
que se siente mal, no acoses a ninguno, porque no puedes saber, solo con
verlos, si se van a sentir bien o mal.
Existen
mejores formas de conquistar a alguien. Más allá de lo físico, existen formas
de atraer gente de valor a nuestra vida. Si existen mejores maneras de
conseguir pareja que el acoso callejero, aprovechémoslas.
Por
experiencia como mujer que ha recibido acoso por las calles, puedo decirles que
jamás saldría con un hombre (guapo o no) que me haya acosado antes.
Cuando
recibo acoso me siento mal al punto de que, cuando voy caminando para algún
sitio, evito hacer contacto visual con la gente y sobre todo con hombres. He
recibido tanto acoso, que puedo detectar fácilmente cuando alguien se me acerca
con intenciones maliciosas, y en esos casos procuro alejarme lo más que puedo.
Incluso
he tenido que evitar responder a los saludos [de hombres], porque ya varias
veces me ha pasado que, por el solo hecho de saludarlos, se creen con derecho a
lanzarte cumplidos, a llamarte “amor” y a buscar el contacto de tu cuerpo.
Eso
me pasó con el vigilante de un banco por el que pasaba casi todos los días
debido a mi trabajo. Como era normal verlo, pensé que no había problema con
saludarlo, pero eso fue suficiente para hacerle creer que yo quería algo más.
Desde entonces ya no lo volví a saludar y ni siquiera me atreví a mirarlo. Y ni
qué pensar de entrar a ese banco, prefería caminar más para evitar entrar ahí.
La
verdad es que no todos sabemos cómo reaccionar ante el acoso. Hay mujeres muy
fuertes que son capaces de hacerle frente a su agresor sin importar la
situación, pero otras no somos tan valientes y sufrimos en silencio para evitar
un escándalo mayor.
En
ningún caso el acoso está bien, por más silencio que guardemos. Aunque la mujer
no se “queje”, no debemos tomar dicho silencio como una forma de
consentimiento, ni mucho menos como un acto sobre el que debamos insistir.
Tampoco
está bien recriminar al acosado/a por no actuar de una forma u otra, ya que
esto podría considerarse una forma de revictimización y las víctimas no son las
culpables, los culpables siempre serán los victimarios.
Ya
basta, dejemos de justificar el acoso.