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Tres protagonistas shonen con roles fuera del género

 


Bien sabemos que en el anime podemos encontrarnos todo tipo de personajes. Desde aquellos que no tienen mucho sentido (por ejemplo, los del mundo de Jojo’s Bizarre Adventure) a aquellos que solo quieren ver el mundo arder (como Kira en Death Note). No obstante, en ocasiones, la combinación de varios factores crea personajes realmente complejos e interesantes, algunos de los cuales me gustaría destacar en este post.


Para esta lista me encargué de escoger personajes que pertenecen al género shonen, que es aquel que se enfoca principalmente en el género masculino, sin que esto sea un impedimento para que las mujeres podamos verlo y disfrutarlo.


Entendido este punto, quiero aclarar que no ahondaré en el desarrollo histórico del personaje a lo largo de la serie (es decir, no daré spoilers), sino que me centraré en destacar aquellos puntos que hacen al personaje un buen personaje, sin que esto implique, tampoco, detallar si sus acciones son correctas o no.

 

  Yoh Asakura en Shaman King




Yoh es en definitiva uno de mis personajes favoritos del anime. Y aunque, está lejos de ser el protagonista de shonen preferido de todos, hay muchas cosas a destacar sobre su personalidad.


Para los que no están familiarizados con Shaman King, la historia se centra en Yoh, un chico con poderes espirituales que no solo es capaz de ver espíritus sino fusionar su alma con ellos. Yoh se prepara para el torneo de los chamanes, el cual se encargará de escoger al próximo rey de los chamanes.


Desde el comienzo de la historia sabemos que Yoh es distinto y cuando digo distinto quiero decir a que es un personaje poco típico.


Es normal que en los animes de tipo shonen nos muestren chicos rudos (Goku), altaneros (Inuyasha), extremadamente poderosos (Meliodas) y con una personalidad imparable (Naruto), pero Yoh Asakura simplemente no encaja en nada de eso.


La mayor aspiración de Yoh es vivir en un mundo tranquilo y sin preocupaciones. Es decir, no sueña con ser el mejor, ni con convertirse en alguien digno de admirar, ni tampoco con ser el más fuerte de todos. Él solo desea crear un mundo en el que los demás puedan vivir en paz y sabe que solo lo logrará convirtiéndose en el rey chamán.


Aunque en principio Yoh pueda parecernos un poco vago y hasta perezoso, en realidad solo estamos presenciando su mejor faceta, la habilidad de mantenerse fiel a sí mismo en todo momento.


Yoh, a diferencia de otros protagonistas, es consciente de la importancia de descansar, de pasar tiempo con sus seres queridos y hacer amigos. No tiene prisas, él va a su propio ritmo y eso le funciona. Por eso, a lo largo de la serie vemos como después de una pelea, los enemigos se sientan a la mesa a comer con él, porque saben que Yoh no es impulsivo, que no actúa al azar y que, sobre todo, no pierde la calma.


Estar con él se siente agradable, porque no importa lo que pase, Yoh es capaz de mantener sus emociones controladas, al punto de no dejarse llevar por la ira, la venganza o la frustración.


Al final, esta capacidad lo pone en ventaja frente a los otros concursantes, ya que para ser un buen chamán se requiere contar con una buena estabilidad mental.


Aunque Yoh lucha por cumplir su sueño, a diferencia de otros personajes, no pone sus deseos por encima de la vida y la estabilidad de otras personas. Así, es capaz de hacer algo que otros no son capaces de hacer o aceptar, Yoh es capaz de retroceder, renunciar o simplemente aceptar una derrota. Poder hacerlo no lo hace menos fuerte, al contrario, aprende de sus errores para mejorar sus habilidades.


Si hacemos el paralelo con protagonistas como Naruto veremos que la diferencia es abismal. Mientras Naruto lucha sin tregua por encontrar a Sasuke y convertirse en Hokage sin importarle qué, Yoh Asakura es lo suficientemente maduro para aceptar que no es el más fuerte o bien renunciar a sus propósitos cuando estos implican poner a otros en peligro.


Yoh me enseñó la importancia de ser fiel a mí misma. No importa si en el camino tropezamos, nos desviamos o incluso retrocedemos, mientras sigamos siendo fiel a nuestros objetivos y sueños. Hay más de una manera de lograr lo que queremos sin que esto implique sacrificar momentos de felicidad, amistades o romances para poder cumplirlo.


Es esta característica particular la que más me gusta de Yoh, pues siento que muchos animes intentan plantear la idea del esfuerzo sin descanso. Es decir, nos imponen la idea de que para cumplir nuestros sueños la única alternativa es sufrir, trabajar duro y hacer sacrificios.


Pero la realidad es más compleja que una serie de anime. En la vida real nos agotamos, nos frustramos, sentimos que no somos tan fuertes y en ocasiones queremos darnos por vencidos.


Por un momento olvidamos que renunciar e incluso retroceder también son caminos válidos, sin embargo, ahondaré en este tema en un siguiente post.


Yoh Asakura no es el primer protagonista que se te viene a la mente al pensar en un shonen, pero sin duda su personalidad destaca más que el resto. En su momento, Shaman King ya era una serie adelantada a su tiempo y hoy lo sigue siendo.


Él no necesita humillar a otros ni, al contrario, llevarse el cariño de todos. Quizás podamos mencionar otros personajes en la misma serie que nos gusten más, pero en ningún caso podemos decir que es un mal personaje, ni mucho menos un mal protagonista.


Yatogami en Noragami




Yato es definitivamente uno de los personajes de shonen más complejos que haya tenido el gusto de conocer.


Su personalidad no es extrema y no cumple con ninguno de los estereotipos normales de las series de su tipo. No me sorprende para nada que detrás de su creación esté una mujer, ya que es muy común que los hombres se centren más en el desarrollo físico, las batallas y las nuevas habilidades, dejando un poco de lado el desarrollo emocional. Claro que esto no aplica en todos los casos.


Noragami nos cuenta la historia de Hiyori quien, tras tener un accidente, es capaz de desconectarse de su cuerpo físico, pasando a un estado “semi-espiritual”, por así decirlo. Esto le permite ver a Yato, un dios de categoría menor que lucha para no ser olvidado y, por tanto, borrado del mundo, literalmente. Para lograrlo, Yato realiza cualquier actividad por el módico precio de 5 yenes.


Y este es apenas el comienzo de la historia, pues los que han visto Noragami saben que es más complejo que esto.


En todo caso, Yato es un dios y un protagonista de shonen diferente a lo común, porque sus deseos no se centran en convertirse en el más fuerte, sino, al igual que Yoh, desea vivir una vida tranquila. Pero, a diferencia de este, Yato es consciente de que necesita esforzarse mucho para convertirse en un dios de la talla de los más grandes, como Bishamon.


A veces pareciera que Yato solo está interesado en obtener dinero sin importar qué, (recordemos que los japoneses suelen dar ofrendas en los templos para cumplir sus deseos), pero en realidad es capaz de sacrificarse y de dejar al lado sus intereses por el bienestar de otros.


Aunque Yato sabe que existen otras maneras de permanecer en el mundo de los dioses (y aquí es donde su pasado cobra importancia), decide hacerlo de la manera difícil, aunque esto le implique muchos dolores de cabeza y esfuerzos. Esto se debe a que Yato no quiere volver a ser quién era, porque es consciente de que sus acciones lastimaron a otros.


No importa si Yato no busca salidas fáciles, él es capaz de entusiasmarse hasta las lágrimas ante un pequeño logro. Yato suele ser espontáneo, a veces actúa como un niño y otras veces te deja en claro de que se trata de un dios con habilidades muy poderosas. Sin embargo, su espontaneidad no pone en peligro a los demás, es más, apenas nota que sus acciones pueden tener consecuencias peligrosas, se aleja de sus seres queridos para no lastimarlos.


Esto hace que Yato sea además un ser solitario que se ve obligado a soportar las secuelas de su pasado sin ayuda de nadie. Él en vez de buscar revancha o desquitarse altaneramente con otros, decide aceptarse a sí mismo, porque es la única manera de poder seguir adelante.


Él sigue buscando un mundo en donde pueda ser feliz.


Una de las cosas que más me gustan de este personaje es precisamente su capacidad de trasmitir todo tipo de emociones, haciendo que sea muy fácil empatizar con él. Yato, a diferencia de otros protagonistas de shonen, no siente vergüenza en llorar, en hacer pataletas o en mostrar su cariño hacia otras personas. Es decir, no tiene problemas con demostrar sus sentimientos.


En el anime es muy típico encontrarnos con el personaje inexpresivo (Heero Yui en Gundam Wing) o que solo es capaz de expresar ciertos sentimientos como el entusiasmo, la tristeza y el enojo, pero no otros como el amor (Ash de Pokemon).


Yato es un personaje masculino muy completo, lo que hace que su forma de ser se sienta realista. Por eso no extraña que muchas, incluyéndome, lo veamos como el husban perfecto.

 

Takemichi Hanagaki en Tokyo revengers



Tokyo revengers cuenta la historia de Takemichi Hanagaki. Un día, Takemichi se entera de que su exnovia fue asesinada durante un altercado ocasionada por la banda pandillera Tokyo Manji. Deprimido, decide seguir con su vida, pero a los pocos días alguien lo empuja a las vías del tren. En lugar de morir, Takemichi viaja en el tiempo, a la época en donde conoció a su ex y ahora tendrá la posibilidad de cambiar su futuro y el de ella, pero no será nada fácil.


Así comienza uno de los animes de temporada que más furor causó en su momento. Entre todas las cosas que representa el anime, a nadie se le escapó la actitud chillona del protagonista. De hecho, el opening se denominó Cry baby en honor a él.


Takemichi no es el más fuerte, tampoco es el más inteligente ni el más parecido. Siendo así, ¿cómo iba a ser capaz de cambiar el futuro? Claramente no había nadie menos capacitado que él para viajar al pasado. Todo esto es verdad, ¿pero por qué su personaje funciona tan bien entonces?


Porque la historia no necesitaba otro chico fuerte, valiente e inteligente, ya había suficientes de esos. Donde quiera que mires verás a personas más capaces que Takemichi en todos los aspectos, chicos que se roban la atención y que son aclamados por la audiencia. Sin embargo, Takemichi sigue siendo el protagonista y su participación sigue siendo la más importante, tanto así que a lo largo de la serie nos demuestra que en efecto es capaz de cambiar su destino.


Aunque Takemichi no es fuerte, posee algo de lo que el resto de sus compañeros y amigos carece y es un gran corazón. Sí, sé que sueno cursi, pero la gran fuente de inspiración para Takemichi es el amor. El amor es el sentimiento que hace al mundo girar, al menos al mundo de Takemichi.


Gracias a la relación de fraternidad que tiene con sus amigos y ese gran amor que siente por Hinata, Takemichi es capaz de encontrar el valor suficiente para enfrentar sus miedos, porque ninguno de estos se compara al miedo que siente de perder a sus seres queridos.


“El amor te hace hacer cosas tontas” y Takemichi es el ejemplo de eso. Es un personaje torpe que causa simpatía porque sabes que los motivos que hay detrás de sus actos son lindos. Por eso, al verlo pelear y salir lastimado una y otra vez te hace sentir igual de impotente que él, porque el espectador es consciente que el protagonista no tiene un poder mágico oculto que va a salir en su rescate, que no tiene una inteligencia superior al promedio que le ayudará a crear una estrategia de huida.


Claro, él puede viajar en el tiempo, pero no es algo que pueda hacer a voluntad, ni decidir la fecha exacta en la que puede devolverse. Fuera de esto, en el pasado vuelve a ser el mismo chico enclenque de siempre. Sin embargo, gracias a la fidelidad que siente hacia sus amigos, Takemichi conquista el aprecio de sus camaradas, así como su respeto.


Las pandillas no solo necesitan gente fuerte y estratégica, sino que los miembros tienen un sentimiento de hermandad con los otros, algo que Takemichi tiene de sobra.


En perspectiva, es un personaje atípico que funciona muy bien en la historia y que demuestra que un buen shonen no necesita concentrarse solo en la fuerza bruta, sino que es a través de la composición de otros elementos lo que lo hace distinguirse del resto.


No ahondaré más en este tema, porque más adelante escribiré un post hablando sobre los elementos que deben estar presentes para que un shonen funcione.


Sin embargo, en perspectiva, Takemichi es un personaje poco típico en los animes de este tipo, ya que no es normal ver a un protagonista demostrando sus debilidades en público. En cambio, Takemichi es consciente de que es débil y por eso su objetivo en la vida no es ganar, ni ser el más fuerte, ni siquiera es el de quedarse con la chica. Al final, él solo quiere proteger a sus seres queridos por cualquier método.


No importa que tantos golpes o que tantas burlas reciba, él sigue adelante, porque su voluntad es fuerte y, aunque sea un bebito llorón, el espectador confía en él, confía en que puede cambiar su futuro.


Si te gustó este post y quieres que haga la contraposición con personajes masculinos malvados, déjame un comentario.



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