Bien sabemos que en el
anime podemos encontrarnos todo tipo de personajes. Desde aquellos que no
tienen mucho sentido (por ejemplo, los del mundo de Jojo’s Bizarre Adventure) a aquellos que solo quieren ver el mundo
arder (como Kira en Death Note). No
obstante, en ocasiones, la combinación de varios factores crea personajes
realmente complejos e interesantes, algunos de los cuales me gustaría destacar
en este post.
Para esta lista me
encargué de escoger personajes que pertenecen al género shonen, que es aquel que se enfoca principalmente en el género
masculino, sin que esto sea un impedimento para que las mujeres podamos verlo y
disfrutarlo.
Entendido este punto,
quiero aclarar que no ahondaré en el desarrollo histórico del personaje a lo
largo de la serie (es decir, no daré spoilers), sino que me centraré en
destacar aquellos puntos que hacen al personaje un buen personaje, sin que esto
implique, tampoco, detallar si sus acciones son correctas o no.
Yoh Asakura en Shaman King
Yoh es en definitiva
uno de mis personajes favoritos del anime. Y aunque, está lejos de ser el
protagonista de shonen preferido de
todos, hay muchas cosas a destacar sobre su personalidad.
Para los que no están
familiarizados con Shaman King, la historia se centra en Yoh, un chico con
poderes espirituales que no solo es capaz de ver espíritus sino fusionar su
alma con ellos. Yoh se prepara para el torneo de los chamanes, el cual se
encargará de escoger al próximo rey de los chamanes.
Desde el comienzo de
la historia sabemos que Yoh es distinto y cuando digo distinto quiero decir a que
es un personaje poco típico.
Es normal que en los
animes de tipo shonen nos muestren chicos
rudos (Goku), altaneros (Inuyasha), extremadamente poderosos (Meliodas) y con
una personalidad imparable (Naruto), pero Yoh Asakura simplemente no encaja en
nada de eso.
La mayor aspiración
de Yoh es vivir en un mundo tranquilo y sin preocupaciones. Es decir, no sueña
con ser el mejor, ni con convertirse en alguien digno de admirar, ni tampoco
con ser el más fuerte de todos. Él solo desea crear un mundo en el que los
demás puedan vivir en paz y sabe que solo lo logrará convirtiéndose en el rey
chamán.
Aunque en principio
Yoh pueda parecernos un poco vago y hasta perezoso, en realidad solo estamos
presenciando su mejor faceta, la habilidad de mantenerse fiel a sí mismo en
todo momento.
Yoh, a diferencia de
otros protagonistas, es consciente de la importancia de descansar, de pasar
tiempo con sus seres queridos y hacer amigos. No tiene prisas, él va a su
propio ritmo y eso le funciona. Por eso, a lo largo de la serie vemos como
después de una pelea, los enemigos se sientan a la mesa a comer con él, porque
saben que Yoh no es impulsivo, que no actúa al azar y que, sobre todo, no
pierde la calma.
Estar con él se
siente agradable, porque no importa lo que pase, Yoh es capaz de mantener sus
emociones controladas, al punto de no dejarse llevar por la ira, la venganza o
la frustración.
Al final, esta
capacidad lo pone en ventaja frente a los otros concursantes, ya que para ser
un buen chamán se requiere contar con una buena estabilidad mental.
Aunque Yoh lucha por
cumplir su sueño, a diferencia de otros personajes, no pone sus deseos por
encima de la vida y la estabilidad de otras personas. Así, es capaz de hacer
algo que otros no son capaces de hacer o aceptar, Yoh es capaz de retroceder,
renunciar o simplemente aceptar una derrota. Poder hacerlo no lo hace menos
fuerte, al contrario, aprende de sus errores para mejorar sus habilidades.
Si hacemos el
paralelo con protagonistas como Naruto veremos que la diferencia es abismal.
Mientras Naruto lucha sin tregua por encontrar a Sasuke y convertirse en Hokage
sin importarle qué, Yoh Asakura es lo suficientemente maduro para aceptar que no
es el más fuerte o bien renunciar a sus propósitos cuando estos implican poner
a otros en peligro.
Yoh me enseñó la
importancia de ser fiel a mí misma. No importa si en el camino tropezamos, nos
desviamos o incluso retrocedemos, mientras sigamos siendo fiel a nuestros
objetivos y sueños. Hay más de una manera de lograr lo que queremos sin que
esto implique sacrificar momentos de felicidad, amistades o romances para poder
cumplirlo.
Es esta
característica particular la que más me gusta de Yoh, pues siento que muchos
animes intentan plantear la idea del esfuerzo sin descanso. Es decir, nos
imponen la idea de que para cumplir nuestros sueños la única alternativa es
sufrir, trabajar duro y hacer sacrificios.
Pero la realidad es
más compleja que una serie de anime. En la vida real nos agotamos, nos
frustramos, sentimos que no somos tan fuertes y en ocasiones queremos darnos
por vencidos.
Por un momento
olvidamos que renunciar e incluso retroceder también son caminos válidos, sin
embargo, ahondaré en este tema en un siguiente post.
Yoh Asakura no es el
primer protagonista que se te viene a la mente al pensar en un shonen, pero sin duda su personalidad
destaca más que el resto. En su momento,
Shaman King ya era una serie adelantada a su tiempo y hoy lo sigue siendo.
Él no necesita
humillar a otros ni, al contrario, llevarse el cariño de todos. Quizás podamos
mencionar otros personajes en la misma serie que nos gusten más, pero en ningún
caso podemos decir que es un mal personaje, ni mucho menos un mal protagonista.
Yatogami en Noragami
Yato es
definitivamente uno de los personajes de shonen
más complejos que haya tenido el gusto de conocer.
Su personalidad no es
extrema y no cumple con ninguno de los estereotipos normales de las series de
su tipo. No me sorprende para nada que detrás de su creación esté una mujer, ya
que es muy común que los hombres se centren más en el desarrollo físico, las batallas
y las nuevas habilidades, dejando un poco de lado el desarrollo emocional.
Claro que esto no aplica en todos los casos.
Noragami nos cuenta
la historia de Hiyori quien, tras tener un accidente, es capaz de desconectarse
de su cuerpo físico, pasando a un estado “semi-espiritual”, por así decirlo.
Esto le permite ver a Yato, un dios de categoría menor que lucha para no ser
olvidado y, por tanto, borrado del mundo, literalmente. Para lograrlo, Yato realiza
cualquier actividad por el módico precio de 5 yenes.
Y este es apenas el
comienzo de la historia, pues los que han visto Noragami saben que es más complejo que esto.
En todo caso, Yato es
un dios y un protagonista de shonen diferente
a lo común, porque sus deseos no se centran en convertirse en el más fuerte,
sino, al igual que Yoh, desea vivir una vida tranquila. Pero, a diferencia de
este, Yato es consciente de que necesita esforzarse mucho para convertirse en
un dios de la talla de los más grandes, como Bishamon.
A veces pareciera que
Yato solo está interesado en obtener dinero sin importar qué, (recordemos que
los japoneses suelen dar ofrendas en los templos para cumplir sus deseos), pero
en realidad es capaz de sacrificarse y de dejar al lado sus intereses por el
bienestar de otros.
Aunque Yato sabe que
existen otras maneras de permanecer en el mundo de los dioses (y aquí es donde
su pasado cobra importancia), decide hacerlo de la manera difícil, aunque esto
le implique muchos dolores de cabeza y esfuerzos. Esto se debe a que Yato no
quiere volver a ser quién era, porque es consciente de que sus acciones
lastimaron a otros.
No importa si Yato no
busca salidas fáciles, él es capaz de entusiasmarse hasta las lágrimas ante un pequeño
logro. Yato suele ser espontáneo, a veces actúa como un niño y otras veces te
deja en claro de que se trata de un dios con habilidades muy poderosas. Sin
embargo, su espontaneidad no pone en peligro a los demás, es más, apenas nota
que sus acciones pueden tener consecuencias peligrosas, se aleja de sus seres
queridos para no lastimarlos.
Esto hace que Yato
sea además un ser solitario que se ve obligado a soportar las secuelas de su
pasado sin ayuda de nadie. Él en vez de buscar revancha o desquitarse
altaneramente con otros, decide aceptarse a sí mismo, porque es la única manera
de poder seguir adelante.
Él sigue buscando un mundo en donde pueda ser feliz.
Una de las cosas que
más me gustan de este personaje es precisamente su capacidad de trasmitir todo
tipo de emociones, haciendo que sea muy fácil empatizar con él. Yato, a
diferencia de otros protagonistas de shonen, no siente vergüenza en llorar, en
hacer pataletas o en mostrar su cariño hacia otras personas. Es decir, no tiene
problemas con demostrar sus sentimientos.
En el anime es muy
típico encontrarnos con el personaje inexpresivo (Heero Yui en Gundam Wing) o que solo es capaz de expresar
ciertos sentimientos como el entusiasmo, la tristeza y el enojo, pero no otros
como el amor (Ash de Pokemon).
Yato es un personaje
masculino muy completo, lo que hace que su forma de ser se sienta realista. Por
eso no extraña que muchas, incluyéndome, lo veamos como el husban perfecto.
Takemichi Hanagaki en Tokyo revengers
Tokyo revengers cuenta la historia de Takemichi Hanagaki. Un día,
Takemichi se entera de que su exnovia fue asesinada durante un altercado
ocasionada por la banda pandillera Tokyo
Manji. Deprimido, decide seguir con su vida, pero a los pocos días alguien
lo empuja a las vías del tren. En lugar de morir, Takemichi viaja en el tiempo,
a la época en donde conoció a su ex y ahora tendrá la posibilidad de cambiar su
futuro y el de ella, pero no será nada fácil.
Así comienza uno de los animes de temporada que más furor
causó en su momento. Entre todas las cosas que representa el anime, a nadie se
le escapó la actitud chillona del protagonista. De hecho, el opening se denominó Cry baby en honor a él.
Takemichi no es el más fuerte, tampoco es el más
inteligente ni el más parecido. Siendo así, ¿cómo iba a ser capaz de cambiar el
futuro? Claramente no había nadie menos capacitado que él para viajar al
pasado. Todo esto es verdad, ¿pero por qué su personaje funciona tan bien
entonces?
Porque la historia no necesitaba otro chico fuerte,
valiente e inteligente, ya había suficientes de esos. Donde quiera que mires
verás a personas más capaces que Takemichi en todos los aspectos, chicos que se
roban la atención y que son aclamados por la audiencia. Sin embargo, Takemichi
sigue siendo el protagonista y su participación sigue siendo la más importante,
tanto así que a lo largo de la serie nos demuestra que en efecto es capaz de
cambiar su destino.
Aunque Takemichi no es fuerte, posee algo de lo que el
resto de sus compañeros y amigos carece y es un gran corazón. Sí, sé que sueno
cursi, pero la gran fuente de inspiración para Takemichi es el amor. El amor es
el sentimiento que hace al mundo girar, al menos al mundo de Takemichi.
Gracias a la relación de fraternidad que tiene con sus
amigos y ese gran amor que siente por Hinata, Takemichi es capaz de encontrar
el valor suficiente para enfrentar sus miedos, porque ninguno de estos se
compara al miedo que siente de perder a sus seres queridos.
“El amor te hace hacer cosas tontas” y Takemichi es el
ejemplo de eso. Es un personaje torpe que causa simpatía porque sabes que los
motivos que hay detrás de sus actos son lindos. Por eso, al verlo pelear y
salir lastimado una y otra vez te hace sentir igual de impotente que él, porque
el espectador es consciente que el protagonista no tiene un poder mágico oculto
que va a salir en su rescate, que no tiene una inteligencia superior al
promedio que le ayudará a crear una estrategia de huida.
Claro, él puede viajar en el tiempo, pero no es algo que
pueda hacer a voluntad, ni decidir la fecha exacta en la que puede devolverse.
Fuera de esto, en el pasado vuelve a ser el mismo chico enclenque de siempre.
Sin embargo, gracias a la fidelidad que siente hacia sus amigos, Takemichi
conquista el aprecio de sus camaradas, así como su respeto.
Las pandillas no solo necesitan gente fuerte y
estratégica, sino que los miembros tienen un sentimiento de hermandad con los
otros, algo que Takemichi tiene de sobra.
En perspectiva, es un personaje atípico que funciona muy
bien en la historia y que demuestra que un buen shonen no necesita concentrarse solo en la fuerza bruta, sino que
es a través de la composición de otros elementos lo que lo hace distinguirse
del resto.
No ahondaré más en este tema, porque más adelante
escribiré un post hablando sobre los elementos que deben estar presentes para
que un shonen funcione.
Sin embargo, en perspectiva, Takemichi es un personaje
poco típico en los animes de este tipo, ya que no es normal ver a un
protagonista demostrando sus debilidades en público. En cambio, Takemichi es
consciente de que es débil y por eso su objetivo en la vida no es ganar, ni ser
el más fuerte, ni siquiera es el de quedarse con la chica. Al final, él solo
quiere proteger a sus seres queridos por cualquier método.
No importa que tantos golpes o que tantas burlas reciba,
él sigue adelante, porque su voluntad es fuerte y, aunque sea un bebito llorón,
el espectador confía en él, confía en que puede cambiar su futuro.
Si te gustó este post
y quieres que haga la contraposición con personajes masculinos malvados, déjame
un comentario.