Hoy
en día, cuando hablamos de moda, podemos encontrar dos grandes facciones en
internet: los amantes del blanco y negro, y sus enemigos más acérrimos. Pero,
¿cuándo comenzó todo esto?
Recuerdo
que fue cerca del año 2016 cuando oí hablar por primera vez del minimalismo en
las redes sociales. Obviamente, el termino es mucho más antiguo. Según Google
nació en los Estados Unidos durante los años sesenta en oposición al arte-pop.
Sin
embargo, cuando oí hablar de él, el concepto había dejado de ser mucho más que
un simple arte conceptual. El minimalismo había trascendido las fronteras del
arte y la arquitectura para establecerse como una corriente de pensamiento.
A
día de hoy, casi una década después, el minimalismo parece haberse reducido a
lo más superficial, una simple estética con predominancia a los blancos y
negros.
Con
la pandemia aparecieron tendencias como el clean
look, lo aesthetic y los old money; modas con las que miles de
personas alrededor del mundo comenzaron a eliminar colores de sus rutinas de
maquillaje y ropa para conseguir un «look»
más natural.
Rápidamente,
internet se llenó de colores como el blanco, negro, gris y, por supuesto, el
beige; al tiempo que otros colores desaparecían por completo.
Pero
como toda «corriente artística», no tardó en aparecer su opositora. El
maximalismo viene a ser todo lo contrario al minimalismo, celebra los excesos,
la abundancia y la complejidad. Para los seguidores de esta nueva tendencia,
menos es menos y más significa… mucho más que más.
En
pleno 2025 el maximalismo es considerada como la salvadora del color y las
modas antiguas, entre esas el Dandismo negro. Pero para otros, el maximalismo
no es más que otra forma de camuflar el capitalismo y el consumismo en exceso.
A
mi parecer, todo esto no es más que una ridiculez, pero una ridiculez
peligrosa. Hasta aquí, estamos hablando del lado más superficial de las redes
sociales, con el que solo logramos dividir personas según sus preferencias.
No
creo que el minimalismo signifique una renuncia al color, ni creo que el
maximalismo sea un concepto sostenible a largo plazo. Pero para hablarte desde
mi perspectiva tendríamos que retomar a mi yo del 2016, solo que unos años
después.
Para
esa época, Tiktok todavía no se había apoderado de la mente de miles de jóvenes
alrededor del mundo, por lo que, personas como yo, buscábamos otras formas de
entretención; como Netflix. Entre los años 2018 y 2019 hubo dos programas que
capturaron mi atención. El primero fue el popular segmento de ¡A ordenar con Marie Kondo! y el
segundo, no tan conocido, La nación de
las minicasas o, en inglés, Tiny
House Nation.
Amé
ambos programas, los cuales satisficieron, en su respectivo orden, mi obsesión
por el orden y las casas de muñecas. Sin embargo, aprendí algo adicional de
cada programa, y que se relaciona directamente con mi estilo de vida, llenarme
de cosas no garantiza mi felicidad.
Y
aquí tenemos que retroceder muchos años en el pasado, a esa niña de siete años
con un deseo inmenso de crear cosas. A falta de algo que hacer, yo debía
inventar algo, lo que fuera, una casa de muñecas, una máquina del tiempo, unas
alas de mariposa. Los recursos tampoco eran asequibles, así que Dotatodi hacía
uso de materiales ajenos.
En
casa de mis padres usaba lo que hubiera, papel, cartón, portadas de discos; así
eso significara “modificar” artículos personales de mis padres. En casa de mi
abuela usaba la chatarra que recogía el esposo de mi tía. Sin embargo, ambos
contextos compartían una cosa en común, una persona dispuesta a deshacer todas
mis obras.
Por
extraño que parezca, yo nunca me echaba a la pena, o si lo hacía, esta no
duraba más de unos minutos, trascurridos los cuales, ya estaba creando algo nuevo.
Esto, de alguna manera, me permitió no obsesionarme con las cosas materiales.
Por
eso, cuando escuché el consejo de Marie Kondo de conservar solo aquello que nos
trasmita felicidad, me di cuenta de que yo ya lo aplicaba.
Por
supuesto, las críticas al método Kondo no se hicieron esperar. Muchos
malinterpretaron sus palabras y las usaron de forma literal para decir que
estaba promoviendo un estilo de vida perfecto e inalcanzable. Según sus mayores
opositores, el método Kondo era otra forma de renunciar a la individualidad.
Sin
embargo, la gente se olvida de que la autora creó el método con el objetivo de
simplificar la vida de las personas. «Simplificar» no significa necesariamente
reducir tu esencia. En este contexto, «simplificar» es más bien un sinónimo de
«facilitar», ¿facilitar qué? Los procesos de organización de tu vida y tu
hogar.
Marie
Kondo no pretende hacerte renunciar a lo que te gusta, te sugiere (porque no es
ella quien hace los procesos de organización directamente, tan solo explica
cómo hacerlos) que renuncies a aquello que no le está aportando nada a tu vida.
En
ese sentido, si amas tener una biblioteca llena de libros, coleccionar figuras
de personajes de anime o tener prendas que pertenecían a tu bisabuela puedes
seguir conservándolas.
En
mi caso, cada cierto tiempo desempaco mis cosas y reviso una por una si le ha
aportado algo a mi vida. Si son cosas que nunca he usado a pesar de que ya
llevan tiempo en mi casa, o si son cosas que no me gustan, me deshago de ellas.
Al final, resultan ser cosas tan insignificantes que al tiempo me olvido de su
existencia.
Lo
que me lleva al segundo programa que mencioné.
La nación de las minicasas es un programa en la que dos diseñadores se unen para
crear casas pequeñas que cumplan con todas las capacidades soñadas por sus
dueños. Los diseñadores tienen que ser increíblemente creativos para que las
casas encajen con cada una de las peticiones recibidas.
Todos
los episodios me encantaron, pero hubo uno en especial que me dejó pensando. Se
trataba de un chico que había conseguido salir de la pobreza. Trabajó tan duro
que cuando grande cumplió todos sus sueños de niño, tener una casa enorme, el
mejor auto y todos los objetos de lujo habidos y por haber.
Pero
con todo, no se sentía satisfecho y no sabía por qué. Un día, su mamá falleció
y llegó el momento de ir a su casa para desocupar sus cosas. Al hombre le
impresionó la cantidad de artículos que acumulaba su madre. Entre esos, una
caja bajo la cama que contenía documentos con notas, dibujos y cartas que le
había hecho él cuando pequeño.
Lo
curioso fue que se notaba que la caja llevaba mucho tiempo sin abrirse y se dio
cuenta de algo, su mamá no necesitaba tener una caja llena de cosas para
recordar que amaba a su hijo. La caja hubiera podido no estar y ella podría
haber seguido recordando los mejores momentos de su niñez.
Entonces
entendió que había llegado a un punto en el que había acumulado tantos objetos
que se había perdido a sí mismo entre ellos. Por eso, decidió volverse
minimalista. No con el fin de volver su vida blanca y negra, sino con el fin de
dejar de lado lo banal para centrarse en las cosas que si le importaban y si
sumaban valores a su vida.
Yo
también me perdí una vez por estar obsesionada con agradarle a los demás. El
minimalismo me hizo darme cuenta de que no tengo por qué acumular peso que no
quiero llevar a mis espaldas.
Me
enseñó que, a veces, lo mejor que puedes hacer es deshacerte de aquello que te
resta velocidad, sean amigos, ropa, incluso conocimientos.
Para
mí el minimalismo es más que una simple cuestión de vestimenta y color, es un
estilo de vida que me mantiene anclada a tierra, que me hace cuestionar mi
forma de comprar y gastar dinero. Que controla mis impulsos por llenarme de
cajas y objetos que nunca voy a usar por más que insista en lo contrario.
Un
estilo que constantemente me recuerda lo que sí es importante en mi vida. Que
dejar ir no significa dejar de amar, ni dejar de recordar. Los recuerdos
dependen de mucho más que un objeto. Los lazos con las personas no se pierden
tan fácil y si lo hacen entonces no eran lazos de verdad.
Quiero
pensar en el minimalismo en algo mucho más profundo de cómo lo muestran las
redes sociales y las tendencias de moda. Me gusta lo simple, pero lo simple no
es lo insípido es lo práctico. Y mi vida está plagada de cosas prácticas.
Uso
el cabello corto porque es práctico, uso poco maquillaje porque es práctico, me
visto con vestidos porque son prácticos. Pero también amo gastar tiempo en
cosas que no son simples como practicar ballet, aprender violín o escribir,
porque de ninguna manera minimalismo significa renunciar a quién soy.
No
seguí algunas tendencias porque estuvieran de moda, las seguí porque me
gustaban y eso es todo. Hoy en día las personas deberían decorar sus casas como
les haga felices, sin tener que darles explicaciones a los demás.
Si
te gusta el blanco y el negro úsalo; si te gusta el naranja y el violeta, úsalo.
No tenemos por qué encasillarlo todo. Para algunos el minimalismo es otra
pesadilla en la que todos terminamos viéndonos igual, para mí el minimalismo es
una filosofía que me ayuda a encontrarme cuando me siento perdida.

