¿Por
qué Anya Forger funciona como personaje?
SpyxFamily está
trasmitiendo la continuación de su primera temporada, la cual parece ser todo
un éxito entre el mundo otaku. Pero para nadie es un secreto que SpyxFamily no
sería lo mismo sin su personaje principal, Anya Forger.
Anya es una niña
huérfana con poderes de telépata que es adoptada por el espía Loid Forger o
Twilight y, más adelante, por la asesina Yor Briar. Los tres forman una
particular familia que, oor supuesto, no es más que una fachada, ya que Loid
está en medio de una misión y Yor solo busca una manera de seguir asesinando
sin levantar sospechas.
¿Cómo es que un anime
con una trama tan extraña funciona tan bien? La respuesta está en Anya, el
adorable personaje que se ha ganado el amor del público, incluyéndome.
Una de las razones
por las que Anya funciona tan bien como personaje es porque refleja la
personalidad traviesa y espontánea de muchos niños. En el anime, estamos
acostumbrados a ver los dos extremos de una personalidad infantil. Por un lado,
están los niños superdotados, normalmente huérfanos, con habilidades cognitivas
o extrafísicas excepcionales. Mientras que, del otro extremo, vemos niños en
apariencia normales, que son demasiado buenos y tiernos. Niños que son
incapaces de hacer algo malo, al menos no por voluntad propia.
También deberíamos
mencionar otro tipo de personalidades infantiles, normalmente relegadas a
personajes secundarios sin importancia y son los matones de las escuelas.
Aquellos mocosos que suelen hacerle la vida imposible al protagonista sin
ningún motivo.
Pero Anya Forger no
es ni lo uno ni lo otro. Anya no es particularmente inteligente, lo cual está
bien, pues al ser huérfana resulta coherente con su personaje el que no tenga
buenas bases académicas. Además, Anya suele ser egoísta y quisquillosa para
realizar algunas tareas. Es perezosa a la hora de estudiar y se aburre
fácilmente. También dice lo que piensa sin pensar en los sentimientos de los
demás, como cuando le dice a Yor que su comida sabe horrible.
A pesar de todo, Anya
sigue siendo una niña que necesita afecto y con tal de no perder a su falsa
familia, con tal de mantener esa fachada, por más mentira que sea, Anya hace lo
posible por cumplir con las expectativas de Loid; dentro de sus posibilidades,
claro está.
Es por eso que Anya
puede llegar a ser extremadamente tierna y bondadosa, aunque a veces sus deseos
de niña egoísta se interpongan en su camino.
En otras palabras,
Anya representa la complejidad de un niño real. Los niños, en el mundo real, no
son angelitos caídos del cielo, incapaces de lastimar hasta una mosca. Pero
tampoco son seres malvados que solo piensan en sí mismos. Y aunque hay
excepciones, la mayoría tiene un intelecto promedio, les aburre estudiar y
prefieren los juegos antes que las responsabilidades.
Aquí es donde la guía
del adulto resulta necesaria para que el niño madure y crezca con cierto grado
de empatía. Por eso, hay un capítulo en el que Loid se lamenta de haber
adoptado a Anya, para luego darse cuenta de que él como padre no puede
limitarse a esperar a que ella haga y aprenda todo por su cuenta, como por arte
de magia. Entonces, entiende que debe aceptar su papel de padre y esforzarse
por guiar a Anya correctamente.
Pero Anya, ante todo,
tiene un buen corazón. Ser egoísta no la hace una niña mala, de hecho, la
mayoría de los niños son egoístas y está bien, porque quizás sea el único
momento de la vida en el que los humanos nos podemos permitir pensar en
nosotros mismos antes que los demás.
Anya, más que ningún
otro personaje, se mantiene en un desarrollo constante. Aprende, pero aprende
lento y, sobre todo, sus acciones casi siempre están impulsadas por deseos infantiles,
a veces inocentes y en ocasiones no tanto. No es un ángel, pero tampoco es un
demonio. A veces es traviesa y otras es increíblemente buena.
Esa complejidad, es
lo que la hace única, más allá de su cabello rosa y sus poderes. Su
personalidad es lo que hace que el público pueda empatizar tan bien con ella. Aunque
Anya tomé la iniciativa y decida emprender una aventura por su cuenta, sabe que
tiene límites. Es decir, es consciente de que tan solo es una niña y que hasta
cierto punto necesitará el apoyo de sus padres para poder continuar. Y es por
eso que los papeles de Loid y Yor se vuelven tan indispensables en su vida,
algo que el espectador sabe, de ahí que desee que Anya conserve su familia, así
sea una mentira.
El espectador, junto
con Anya, desea la perpetuación de esa mentira con el fin de evitarle un
padecimiento a este personaje. Pero si Anya fuese mala no habría razones para
sentir compasión por ella y si fuese en extremo buena, es probable que el
espectador pensase que ni Loid, ni Yor serían merecedores de su bondad y que
Anya estaría mejor sola o con otra familia.
Por otra parte, Anya
tampoco da un uso correcto a su telepatía. Si la comparamos con los niños
huérfanos o niños con poderes de otras series, vemos que estos chicos poseen, además,
un gran intelecto, al punto de que son capaces de manipular a otros a su antojo
sin sentir empatía o resentimiento y bien les importa poco el afecto de otras
personas hasta que alguien irrumpe en sus vidas para demostrarles lo contrario.
Sin embargo, Anya no
es así. Aunque sea telépata, no puede resolverlo todo con su telepatía. Un
ejemplo de esto es cuando tuvo que presentar el examen de ingreso a la academia
y al intentar copiar las respuestas de otros se dio cuenta de que estaban igual
de confundidos a ella. En esa ocasión, solo tuvo que recordar las tardes
repasando con Loid.
Es más, Anya suele
depender demasiado de su don para algunas cosas, lo que la puede hacer caer en
situaciones ridículas o extrañas. Así mismo y al igual que los niños con poderes
de otras series, Anya a veces usa su don para salirse con la suya, como cuando
comienza a llorar para conservar a Bon luego de que leyera la mente de la líder
de los espías. Pero esta acción no es extraordinaria, en realidad, es una forma
de manipulación propia de su edad y de la que hacen uso los niños malcriados o
muy consentidos.
En otras palabras,
Anya no es responsable con sus poderes, lo cual es compatible con las personas
de su edad. Cuando un niño tiene un juguete nuevo lo normal es que lo presuma o
dude en prestárselo a alguien más. Y si bien no podemos comparar la telepatía
con un juguete, podemos hacer una ponderación de ambos casos para
decir que la inmadurez derivada de la edad le impide entender las consecuencias
de sus actos.
Al final, la gente
ama a Anya aunque no sea atlética, ni inteligente, ni tenga cualidades especiales
más allá de su telepatía. La amamos porque al final nos recuerda a nuestra
propia infancia. A las aventuras que vivíamos de pequeños, al amor de nuestros
padres y la felicidad de recibir cosas de ellos.
Amamos a Anya por ser
una representación más acertada de un niño, con caprichos, inocencia y un toque
de maldad. Pero también por su ternura y calidez.