¿Cuántas veces no hubiera deseado escuchar esta frase? Y
tal vez tú, el que está leyendo este artículo en este momento, también hayas
esperado por oír eso.
Antes de entrar en detalle, quiero dejar en claro que no
se trata de un post en el que quiera criticar el sexo. No me malentiendan, no estoy
en contra de las relaciones sexuales, ni de la liberación sexual femenina, ni
de echar abajo los tabúes sexuales que aun inundan a la sociedad. Con este
artículo solo quiero mostrarles mi punto de vista del sexo siendo una demisexual.
No puedo decir con seguridad cuándo y por qué el sexo se
convirtió en un problema para mí. Al principio, cuando tuve mi primera
experiencia sexual con mi pareja todo se sentía emocionante, pero con los meses
comencé a notar que el sexo no era tan bueno como todos decían. Mi pareja,
claro está, pensaba distinto, pues siempre se mostraba dispuesto a estar
conmigo.
Pero más que sentir que el sexo no era tan importante,
quería poder priorizar otras cosas de la vida en pareja que encontraba mucho
más atractivas y felices, como viajar, tener un día de compras, salir a comer,
etc. Sin que todo eso tuviese que terminar con sexo.
Creía que era normal que después de estar muchos años en
una relación el deseo sexual disminuyera, que no era posible que luego de
cumplir determinada edad la gente todavía mantuviese o quisiese mantener
relaciones sexuales. Pero luego me di cuenta que, a diferencia de mí, el deseo
sexual de mi pareja no había disminuido en lo absoluto desde el inicio de la
relación, y eso empezó a incomodarme.
Poco después, al terminar la universidad, tuvimos que distanciarnos
y cada vez que nos veíamos, yo buscaba cualquier excusa para no tener intimidad
con él y solo pasar tiempo juntos. Pero al final las cosas no salieron muy bien
y decidimos tomar caminos distintos.
Algunos meses más tarde conocí a mi segunda pareja y
entonces todo se tornó turbio. El sexo no funcionaba para nada y yo no dejaba
de preguntarme por qué. Al inicio, intuí que era normal no sentirme tan
complacida, puesto que es con el tiempo, la convivencia y la confianza que la
relación crece y se fortalece, pero nada ocurrió así.
De hecho, fue una relación tóxica, en la que puse todo mi
esfuerzo en complacer a mi ex solo para sentirme aceptada.
Para poder satisfacerlo tuve que dejar de lado mis
necesidades, aun cuando yo no recibía nada a cambio por ello. Al final, el sexo
me dejaba agotada, tanto física como mentalmente, hasta que llegué a un punto en
el que mi cuerpo no respondió a ningún estímulo de su parte.
Después de terminar la relación, duré casi un año y medio
sin sentirme atraída hacia nadie y sin sentir necesidades de tipo sexual. Ya
por entonces me había planteado la idea de ser asexual, solo que el concepto no
terminaba de convencerme o más bien, yo no terminaba de encajar.
Fue ahí cuando tomé una decisión y me dije a mí misma que
estaba bien si aún no entendía quién era, lo importante era sentirme bien
conmigo misma; y así fue. Disfruté ese tiempo para aumentar mi confianza, para
volver a encontrarme a mí misma y trabajar en lo que me gusta. Me volví más
abierta con mis emociones y a disfrutar cada momento de mi soledad.
Todo iba bien hasta que conocí a alguien.
Al comienzo no le presté mucha atención, porque sabía que
en algún momento tendríamos que hablar de temas sexuales y entonces aquella
conversación que había dejado pendiente tiempo atrás volvería a resurgir. ¿Quién
va a querer salir con una chica que no siente deseo sexual? Por más buena que
sea en otros aspectos, el sexo va a seguir siendo más importante. Es lo que
pensaba al hablar con él y es lo que sigo pensando ahora.
Pero de pronto empecé a sentirme atraída emocionalmente y
cuando menos lo pensé mi deseo sexual había vuelto a cobrar vida.
Cuando me desperté al día siguiente de haber fantaseado
con él toda la noche me sentí feliz. No tanto por el hecho de la fantasía en sí,
sino porque había hallado la ficha que completaba el rompecabezas: mi
demisexualidad.
Entender esto me hizo darme cuenta de las razones por las
que mi intimidad no había funcionado en mis dos relaciones anteriores.
Como ya les dije, mi segundo noviazgo fue tóxico, pero no
se imaginan hasta qué punto lo fue. Al inicio, mis sentimientos hacia él eran
fuertes. Quería ayudarlo a ser mejor persona, quería estar ahí para él, quería
ser su motivación para seguir adelante. Pero eso fue desgastante, sobre todo
porque yo no recibía el mismo esfuerzo de su parte.
Y tengo muchas anécdotas con él que seguro darán de qué
escribir en un siguiente artículo, pero por ahora quiero centrarme en aquellas
que me hicieron perder la conexión sexual con él.
Siempre me pregunté: si lo quiero tanto, ¿por qué no
puedo estar con él en la cama? En mi cabeza tenía la respuesta, pero esa
respuesta significaba echarle a él la culpa de todo y eso era demasiado, debía
haber algo en mí que estaba mal.
Fue la primera vez que entendí que no era normal.
Obviamente el sexo era algo indispensable en una relación, lo decía la
televisión, lo decían mis amigos, lo decían mis compañeros de trabajo. ¿Cómo
era posible que yo no me sintiese así de bien como ellos? Había tenido
actividad sexual estimulante, pero nada que me hiciese pensar, “uy, como hace
falta de esto en mi vida”.
Me llamé defectuosa. Busqué la cura de mi falta de
apetito sexual en internet, en productos sexuales, en series eróticas y hasta
en el porno. Algo debía provocar la falta de deseo, tal vez era la
alimentación, mi ropa, las posiciones. Tal vez solo tenía que tomar terapia.
En realidad, lo que había ocurrido era muy simple, mi
conexión emocional con él estaba rota desde hacía mucho, solo que yo no lo
había querido reconocer. Y cuando lo hice no di vuelta atrás. La última vez que
nos vimos, él se quedó allí en su cama, enojado porque me había negado a estar
con él, mientras yo salía de su casa sintiéndome alguien nueva.
Ser demisexual implica que solo sientes atracción sexual
hacia personas con las que tengas una conexión de tipo amorosa. La conexión no
necesita ser fuerte para que el deseo esté, pero mientras más fuerte es, mayor
es el deseo.
Mi conexión con mi ex se había marchitado después de
todas las veces que me insultó, todas las veces que me comparó con su ex en la
cama, todas las veces que me llamó perra, todas las veces que se olvidó de
admirar mi cuerpo, todas las veces que me criticó por cómo lo hacía. Fueron su
falta de delicadeza y cariño y su falta de cuidado al tocarme lo que hicieron
que mi cuerpo rechazara estar con él. Eso sin contar cómo ignoró todas las
infecciones, ardor y comezón que me produjo el acto de estar con él.
En pocas palabras, él mismo se encargó de destruir
nuestra conexión emocional. Nunca hubo nada malo en mí. No soy defectuosa. Y si
tú te sientes igual que yo luego de haber leído esto tampoco lo eres. Eres
perfecto(a). Y está bien decir que no cuando no quieres hacerlo. No dejas de
ser humano por decirlo y si te rechazan es problema de la otra persona y no
tuya.
A mí nunca nadie me dijo que podía decir no, nadie me
dijo que estaba esa opción, solo sabía que tenía que gustarme el sexo y darle
sexo a mi pareja porque, bueno era lo que tocaba hacer, así a mí no me gustara.
Si llegaste hasta aquí quiero decirte que en ningún
momento niego que el sexo sea importante para algunas personas y si eres de ese
grupo quiero que sepas que no tienes nada de malo. El sexo puede importar tanto
como no importar nada, todo depende de la visión de la pareja.
Si sientes que el sexo es lo más importante en tu
relación busca a alguien que también lo sienta, pero si el sexo no es lo más
importante para ti, busca alguien que quiera lo mismo. En todo caso, siempre
está la posibilidad de ceder un poco por el bien de una relación, lo que no
está bien es forzarte a cambiar solo para complacer a la otra persona.
Pero no romanticemos las cosas, ser demisexual es
complicado y soy consciente de que es difícil para muchos alosexuales aceptar
la idea. Sobre todo, porque los demisexuales atravesamos muchas etapas, en las
que podemos o no sentir deseo sexual hacia nuestra pareja sin que esto
comprometa nuestra estabilidad emocional con ellos.
Esto es algo que entendí luego de examinar mi primer
noviazgo, pues aunque mantuvimos una conexión emocional durante toda la
relación, sus necesidades sexuales estaban muy por encima de las mías.
Sin embargo, no es para desanimarse, no es imposible encontrar
alguien que nos acepte por lo que somos. Tomo por ejemplo a mi mejor amiga,
ella también es demisexual, mientras que su pareja es un alo. Aunque su apetito
sexual no es siempre el más alto, él lo respeta y eso hace que la conexión se
mantenga hasta que ella se siente cómoda para intimar.
De cualquier modo, lo importante es que te sientas cómodo
o cómoda con lo que eres y no te deprimas si algo no llega a funcionar. Por
otra parte, si quieres que te cuente más sobre mi experiencia, házmelo saber
con un comentario.
Y por si te lo preguntabas, mi relación con aquel chico
no terminó en nada, aun así, me siento feliz de haberme abierto a la
posibilidad de estar con alguien.
Me encanto tu artículo, me tope con el por casualidad.
ResponderEliminarMe gustaría saber mas anécdotas sobre la relación tóxica que mencionas, porqué considero que ayudas a concientizar a otras mujeres sobre temas tan importantes como estos.