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Dale la vuelta. ¿Por qué es un reto para ponernos en el lugar del otro?

 


Todo comenzó con un libro de ciencias para niños. Cuando vi la imagen no reconocí el objeto a pesar de haberlo visto infinidad de veces antes. No fue sino hasta leer la descripción que me di cuenta de que aquello era una simple manzana, solo que cortada de forma horizontal y no como estaba acostumbrada a verla.


Tenía unos 11 años y aunque fue un hecho aparte, recuerdo que desde entonces quise experimentar ver las cosas de otra forma. Partí el pan trasversalmente en lugar de sacarlo por tajadas y mientras iba en el carro con mis padres me detuve a mirar los balcones de las casas, pues me di cuenta de que nunca miraba hacia arriba.


Luego comencé a aplicarlo a otros aspectos de mi vida, en especial cuando trataba de entender como entendían los otros. De pronto, todo cobró sentido, pues así como yo, que no pude reconocer una fruta tan común como una manzana, hay quienes vivían experiencias distintas a la mía respecto a una misma cosa.


Tiempo después, en el año 2017, fui a un evento en el marco de la Feria del Libro de Bogotá. El nombre del evento era Iguales, pero diversos y se hacía en conmemoración de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC. De todas las conferencias que dieron, una me llamó la atención, se llamaba Dale la vuelta y consistía en cómo podemos entender mejor a los demás si nos permitimos hurgar en sus zapatos.


El conferencista contó su experiencia con el plebiscito que se hizo en el 2016. Según comentó, estaba tan seguro de que iba a ganar el sí que tuvo que tomarse un tiempo en procesar que había ganado el no. Esto había ocurrido así, porque se había mezclado con personas, grupos de Facebook, noticias y otros artículos que le incitaban a creer que todos los Colombianos compartían su visión.


Para él fue extraño que habiendo venido de ese mundo, la realidad fuese totalmente distinta.


Al final de la charla tuve que hablar con él y decirle lo mucho que su explicación se parecía a mi vida, pues para ese momento ya llevaba un tiempo tratando de ver las cosas a través de los ojos de los otros.


La idea de esta ideología no se trata de darle la razón al que piensa distinto, sino a revisar otras alternativas, otros puntos de vista para luego confirmar o rehacer nuestra opinión inicial.


En la universidad recuerdo mucho que el profesor de filosofía siempre nos decía antes de dictarnos una nueva teoría que borráramos todo lo ya aprendido, que nos quería como casete blanco. Y para mí era un poco difícil meterme esa idea y de la nada borrar todo mi conocimiento, cuando él mismo se había encargado de formarlo en mi cabeza.


Pero lo que mi profesor quería decir no era que nos olvidáramos de todo lo aprendido, sino que no tomásemos esa información como la absoluta verdad. La única manera de aprender cosas nuevas y de evolucionar en nuestro desarrollo cognitivo es mediante el proceso de la crítica.

Es decir, en todo momento debemos cuestionar el conocimiento recién adquirido y compararloo con nuevo conocimiento, para entonces poder generar nuestra propia conclusión al respecto.


Lo anterior puede sonar muy simple, pero, ¿realmente lo aplicamos?


Incluso yo, quien ahora recuerda todo este recorrido, me olvidé de estas palabras, de la conferencia y de la manzana, para ponerme a discutir con personas que desconocía en Facebook.


Y es que el ego del ser humano nos ciega en lugar de guiarnos. Cuando estamos ante un artículo, tratamos de interpretar las cosas a nuestra manera y casi siempre de forma negativa, como si en ese preciso momento tuviésemos que sacar a relucir nuestra intelectualidad por sobre otras personas.


Pero lo único que hacemos es dejar salir lo peor de nosotros y prejuzgar sin conocer los hechos.


Ahora no hago eso, aunque no puedo asegurar que mi yo del futuro reemplazará su ego por sabiduría.


Lo que sí, es que intento ser más abierta de mente. Antes de decidir sobre alguna cuestión, replanteo mis opciones, escucho opiniones y sobre todo investigo.


Lo mismo me ocurría al momento de aprender una nueva materia, como el inglés. Todavía me molesta que el idioma no tenga normas claras de pronunciación, pero trato de no pensar como hablante de español y solo acepto que se trata de lenguajes diferentes. Después de esto, fue más fácil adaptarme a él.


Por otra parte, hoy día, gracias a las false news, es indispensable obtener información de páginas confiables. Por eso, cuando una noticia me parece demasiado increíble o absurda para ser verdad, confirmo que lo sea. En esos momentos me tomo la tediosa tarea de acudir a fuentes de buena reputación que pueden darme más o menos certeza de algo.


En todo caso, nunca olvido que no puedo dar nada por cierto, porque en cualquier momento algo que considero como verdad puede cambiar y mi visión tiene que ajustarse a dicho cambio.


Gracias a eso me resulta más fácil aceptar nuevas visiones de las cosas, como que los comederos para perros callejeros son foco de infección o que el 80% del oxígeno del planeta proviene de los arrecifes de coral más que de los árboles.


Planteamientos que en el pasado seguramente me habría costado mucho aceptar y hasta me hubiese enojado, ahora los doy por sentado hasta que una nueva información me demuestre lo contrario.


Mientras más leo y me informo, me doy cuenta de que soy una ignorante. Que existe un mundo allá afuera repleto de historias que me estoy perdiendo por vivir encerrada en mi mente.


Si tú te animas a dar un paso fuera de tu visión quizás notes que está oscuro al comienzo, pero poco a poco se irá haciendo claro. Cuando te des cuenta habrás hecho nuevos amigos o te encontrarás experimentando cosas que creías no podías hacer.


Es muy fácil, solo tienes que darle la vuelta a la moneda.

 

 


 

 

 

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