Aquí el artículo que nadie pidió,
pero que haré de todas formas para reafirmar mi autoridad dentro de este blog (*inserte
referencia*).
Studio
Ghibli es en definitiva mi estudio de animación favorita, no solo por las
historias que cuenta, sino por la particularidad y calidez de sus personajes. Las
películas de Ghibli siempre nos introducen al mundo de protagonistas que, más
allá de las aventuras que experimentan, cargan con sus propias dificultades, las
cuales, a diferencia de lo que puede pensar el espectador, no tienen su origen
en una causa fantástica, sino humana.
Con esto, Miyazaki intenta
recordarnos que el verdadero origen del mal no proviene de lo desconocido, de
los dioses ni los espíritus, sino que tiene una causa clara y esa causa siempre
va a ser humana. En otras palabras, nos recuerda que son los humanos los únicos
seres capaces de lastimar a otros, pero también los únicos capaces de salvar
vidas.
Por ejemplo, aunque El viaje de Chihiro nos cuente la
historia de una niña cuyos padres han ofendido a los dioses, la trama se centra
en las propias inseguridades de la pequeña. Por eso, al final de la película,
cuando Chihiro emprende su regreso a la casa de baños tras ver a Zeniba, el
espectador sabe que todo saldrá bien, porque Chihiro ya no es la misma del
comienzo.
Ahora bien, dicho esto, aquí
viene mi lista, no sin antes advertir que es completamente subjetiva y que
respeto otras opiniones y comentarios.
Puesto
tres: Amasawa Seiji.
Susurros
del corazón es una película que me marcó. Fue gracias a ella que me motivé a aprender
a tocar el violín, pero también a continuar con mi sueño de escribir. Creo que
sobre todo esto último me hizo sentirme identificada con la protagonista, Shizuku.
Pero como hoy me centraré en mis husbandos
favoritos, hablaremos de Seiji.
¿Cómo no enamorarse de Seiji
luego de enterarnos de que leyó más libros que su amada solo para que ella leyera
su nombre en las tarjetas de la biblioteca? ¿Hay más razones para querer a alguien
así?
Al final de la película nos queda
claro que Seiji fue el primero en fijarse en Shizuku y no al revés. Es decir,
queda claro que su encuentro no se debió a la casualidad ni a los azares del
destino, como es el caso de otras tantas historias de amor, sino que fue algo intencional.
Este factor, más que ser una
causa de disgusto, nos hace pensar en su romance como algo más real, más cercano,
más posible.
Seiji sabe que Shizuku no se
fijará en él amenos que haga algo realmente llamativo para llamar su atención. Por
esta razón decide “competir” con ella en lectura. Lo hace específicamente con algo
que ella le gusta, porque la conoce, la ha estado observando y sabe que es quizás
la única forma de que ella lo reconozca como parte de su mundo. Y da en el blanco.
Una vez que obtiene su atención,
busca impresionarla. No es su intención seguir compitiendo, aunque Shizuku crea
que sí. Lo único que él desea es tener su atención, demostrarle que él puede
ser igual de interesante que cualquiera de las historias que Shizuku lee. Y de
nuevo, da en el blanco.
Finalmente, habiendo llamado su
atención y habiéndola impresionado, decide que es el momento de dar el siguiente
paso: declararle sus sentimientos.
Seiji es el típico personaje
masculino que nos demuestra que, a veces, arriesgarse vale la pena, porque no
siempre las oportunidades van a golpear a la puerta de nuestra casa, a veces,
debes salir a buscarlas.
Puesto
dos: Kazama Shun
La
colina de las amapolas es una de esas películas de Ghibli que repito cada
tanto. Amo las iconografías, amo la ubicación temporal, el Japón de los años
sesenta y, sobre todo, amo ese espíritu juvenil que trasmite la cinta. Si bien nos
están contando una historia que trascurre muchas décadas atrás, el espectador
nunca pierde de vista a la juventud como gran protagonista o como protagonista
escondido.
Al igual que Susurros del corazón, se nos presenta un romance entre dos
estudiantes, con sueños y aspiraciones propias. Umi, no obstante, a diferencia
de Shizuku, es mucho más recatada y pudiente. Debido a su situación familiar,
se ha visto obligada a comportarse como una adulta.
La Umi del comienzo es entonces
una Umi derrotada, una chica de preparatoria que se ha rendido a renunciar a su
juventud por el bienestar de su familia. Por eso no hace parte de ningún club,
ni sale de compras con sus amigas, ni tampoco comparte una noche televisiva con
sus hermanos y abuela.
De alguna forma, la única
conexión con su infancia es irónicamente una representación visual de sus
propias ataduras: izar las banderas cada mañana.
Pero Shun, a diferencia del resto,
no piensa en Umi como una figura derrotada y sin escapatoria, al contrario, la
admira, admira su determinación de izar las banderas todos los días, como si en
lugar de ser el karma que acompaña a Umi, fuese la personificación de su fuerza
y su determinación para seguir luchando.
Es por eso que decide escribirle
un poema. No se trata solo de llamar su atención, se trata de decirle con eso: “te
estoy viendo”. Umi no es invisible, ni pasa desapercibida a los ojos de Shun,
porque Shun es capaz de ver la luz que hay en ella antes que nadie, incluso
antes que la misma Umi.
Shun irrumpe así en la vida de
Umi para recordarle que ella sigue siendo una chica de preparatoria y que honrar
su pasado no la convierte en alguien menos digna de merecer la felicidad. A la
fuerza, la empuja hacia su propio mundo y solo la aparta de él cuando descubre que
tienen un pasado en común.
De nuevo el pasado ocupa un lugar
importante, de hecho, es un tema constante en toda la cinta. Sin embargo, los
sentimientos de Shun y Umi han crecido tanto para entonces que no hay forma de
seguirlos conteniendo, así eso implique romper con las leyes naturales.
Por eso amo a Shun, amo el hecho
de que no quiera cambiar a Umi, sino que la acepte tal cual es. Que en donde
los demás ven defectos, él vea fortaleza. Con su actitud, Shun le deja en claro
a Umi que puede seguir izando sus banderas sin dejar de ser una chica, sin
dejar de ser feliz.
Puesto
uno: Howl Jenkins Pendragon
Howl no podría no aparecer en
esta lista. Los que me conocen saben que El
castillo vagabundo es y será mi película favorita. Pero no sería así si
careciera de un protagonista masculino tan llamativo y carismático.
¿Por dónde empezar? Howl tiene su
propio carácter: es vanidoso, coqueto y cobarde. Al menos eso es lo que nos dan
a entender quiénes de alguna forma tienen o tuvieron algún contacto con él.
Sin embargo, a la vista de Sophie,
Howl no es más que un niño en el cuerpo de un adulto. Rápidamente, entiende que
no es alguien a quién temer, como decían sus compañeras de trabajo, tampoco es
un monstruo, como creen la Bruja calamidad y Soliman. Y, en definitiva, tampoco
es ningún cobarde como piensa el propio Howl.
Él solo está confundido y se
siente solo. De nuevo, los problemas que nos presenta Miyazaki, en un mundo de
fantasía, no son de naturaleza mágica, ni desconocida, son humanos.
Howl ha estado perdido tanto
tiempo, que cree que lo único que puede hacer es seguir vagando de un lugar a
otro, sin una causa específica. Sin embargo, este miedo a confiar en la gente
no es tan fuerte, como para hacerlo apartar del mundo humano por completo.
De ahí que de alguna forma mantiene
ese contacto con la realidad, sea a través de mujeres, clientes u aprendices. De
vez en cuando, Howl deja el páramo para entrar en ese mundo, el mismo mundo que
parece rechazarlo y al cual le teme, porque su corazón desea lo que todos
tienen: amor.
Sin embargo, cuando Sophie llega
a la vida de Howl algo extraño ocurre. Al lado de Sophie, Howl se da cuenta de
que puede ser él mismo. No hay necesidad de fingir, no hay necesidad de
impresionarla, pero tampoco de lucir aterrador.
La confianza que Sophie le
trasmite le permite mostrar su lado más patético, porque ella lo ama tal cual
es. Así las cosas, ahora que Howl a encontrado algo qué proteger, decide que no
puede seguir huyendo, no de Soliman, ni sus secuaces, sino de su propia
oscuridad.
Su amor por Sophie se convierte
en su gran fortaleza, en su motivación para seguir adelante. El miedo de Howl
de perder a Sophie se vuelve más fuerte que el miedo a enfrentar su pasado.
En otras palabras, Howl decide ser
mejor persona por ella, incluso si eso significa morir. Desde su perspectiva,
Sophie merece vivir en un mundo de paz y la única forma de lograrlo es luchando.
Ya no hay vuelta atrás. Hay algo más importante ahora, alguien que merece la
pena proteger, alguien por quién arriesgarse, alguien a quien amar.