Redes sociales

Sígueme en YouTube Sígueme en Wattpad Sígueme en Instagram Sígueme en Tiktok Sígueme en Tiktok

Mis tres husbandos favoritos de Studio Ghibli


 

Aquí el artículo que nadie pidió, pero que haré de todas formas para reafirmar mi autoridad dentro de este blog (*inserte referencia*).


Studio Ghibli es en definitiva mi estudio de animación favorita, no solo por las historias que cuenta, sino por la particularidad y calidez de sus personajes. Las películas de Ghibli siempre nos introducen al mundo de protagonistas que, más allá de las aventuras que experimentan, cargan con sus propias dificultades, las cuales, a diferencia de lo que puede pensar el espectador, no tienen su origen en una causa fantástica, sino humana.


Con esto, Miyazaki intenta recordarnos que el verdadero origen del mal no proviene de lo desconocido, de los dioses ni los espíritus, sino que tiene una causa clara y esa causa siempre va a ser humana. En otras palabras, nos recuerda que son los humanos los únicos seres capaces de lastimar a otros, pero también los únicos capaces de salvar vidas.


Por ejemplo, aunque El viaje de Chihiro nos cuente la historia de una niña cuyos padres han ofendido a los dioses, la trama se centra en las propias inseguridades de la pequeña. Por eso, al final de la película, cuando Chihiro emprende su regreso a la casa de baños tras ver a Zeniba, el espectador sabe que todo saldrá bien, porque Chihiro ya no es la misma del comienzo.


Ahora bien, dicho esto, aquí viene mi lista, no sin antes advertir que es completamente subjetiva y que respeto otras opiniones y comentarios.


Puesto tres: Amasawa Seiji.




Susurros del corazón es una película que me marcó. Fue gracias a ella que me motivé a aprender a tocar el violín, pero también a continuar con mi sueño de escribir. Creo que sobre todo esto último me hizo sentirme identificada con la protagonista, Shizuku. Pero como hoy me centraré en mis husbandos favoritos, hablaremos de Seiji.


¿Cómo no enamorarse de Seiji luego de enterarnos de que leyó más libros que su amada solo para que ella leyera su nombre en las tarjetas de la biblioteca? ¿Hay más razones para querer a alguien así?


Al final de la película nos queda claro que Seiji fue el primero en fijarse en Shizuku y no al revés. Es decir, queda claro que su encuentro no se debió a la casualidad ni a los azares del destino, como es el caso de otras tantas historias de amor, sino que fue algo intencional.


Este factor, más que ser una causa de disgusto, nos hace pensar en su romance como algo más real, más cercano, más posible.


Seiji sabe que Shizuku no se fijará en él amenos que haga algo realmente llamativo para llamar su atención. Por esta razón decide “competir” con ella en lectura. Lo hace específicamente con algo que ella le gusta, porque la conoce, la ha estado observando y sabe que es quizás la única forma de que ella lo reconozca como parte de su mundo. Y da en el blanco.


Una vez que obtiene su atención, busca impresionarla. No es su intención seguir compitiendo, aunque Shizuku crea que sí. Lo único que él desea es tener su atención, demostrarle que él puede ser igual de interesante que cualquiera de las historias que Shizuku lee. Y de nuevo, da en el blanco.


Finalmente, habiendo llamado su atención y habiéndola impresionado, decide que es el momento de dar el siguiente paso: declararle sus sentimientos.


Seiji es el típico personaje masculino que nos demuestra que, a veces, arriesgarse vale la pena, porque no siempre las oportunidades van a golpear a la puerta de nuestra casa, a veces, debes salir a buscarlas.


Puesto dos: Kazama Shun




La colina de las amapolas es una de esas películas de Ghibli que repito cada tanto. Amo las iconografías, amo la ubicación temporal, el Japón de los años sesenta y, sobre todo, amo ese espíritu juvenil que trasmite la cinta. Si bien nos están contando una historia que trascurre muchas décadas atrás, el espectador nunca pierde de vista a la juventud como gran protagonista o como protagonista escondido.


Al igual que Susurros del corazón, se nos presenta un romance entre dos estudiantes, con sueños y aspiraciones propias. Umi, no obstante, a diferencia de Shizuku, es mucho más recatada y pudiente. Debido a su situación familiar, se ha visto obligada a comportarse como una adulta.


La Umi del comienzo es entonces una Umi derrotada, una chica de preparatoria que se ha rendido a renunciar a su juventud por el bienestar de su familia. Por eso no hace parte de ningún club, ni sale de compras con sus amigas, ni tampoco comparte una noche televisiva con sus hermanos y abuela.


De alguna forma, la única conexión con su infancia es irónicamente una representación visual de sus propias ataduras: izar las banderas cada mañana.


Pero Shun, a diferencia del resto, no piensa en Umi como una figura derrotada y sin escapatoria, al contrario, la admira, admira su determinación de izar las banderas todos los días, como si en lugar de ser el karma que acompaña a Umi, fuese la personificación de su fuerza y su determinación para seguir luchando.


Es por eso que decide escribirle un poema. No se trata solo de llamar su atención, se trata de decirle con eso: “te estoy viendo”. Umi no es invisible, ni pasa desapercibida a los ojos de Shun, porque Shun es capaz de ver la luz que hay en ella antes que nadie, incluso antes que la misma Umi.


Shun irrumpe así en la vida de Umi para recordarle que ella sigue siendo una chica de preparatoria y que honrar su pasado no la convierte en alguien menos digna de merecer la felicidad. A la fuerza, la empuja hacia su propio mundo y solo la aparta de él cuando descubre que tienen un pasado en común.


De nuevo el pasado ocupa un lugar importante, de hecho, es un tema constante en toda la cinta. Sin embargo, los sentimientos de Shun y Umi han crecido tanto para entonces que no hay forma de seguirlos conteniendo, así eso implique romper con las leyes naturales.


Por eso amo a Shun, amo el hecho de que no quiera cambiar a Umi, sino que la acepte tal cual es. Que en donde los demás ven defectos, él vea fortaleza. Con su actitud, Shun le deja en claro a Umi que puede seguir izando sus banderas sin dejar de ser una chica, sin dejar de ser feliz.


Puesto uno: Howl Jenkins Pendragon




Howl no podría no aparecer en esta lista. Los que me conocen saben que El castillo vagabundo es y será mi película favorita. Pero no sería así si careciera de un protagonista masculino tan llamativo y carismático.


¿Por dónde empezar? Howl tiene su propio carácter: es vanidoso, coqueto y cobarde. Al menos eso es lo que nos dan a entender quiénes de alguna forma tienen o tuvieron algún contacto con él.


Sin embargo, a la vista de Sophie, Howl no es más que un niño en el cuerpo de un adulto. Rápidamente, entiende que no es alguien a quién temer, como decían sus compañeras de trabajo, tampoco es un monstruo, como creen la Bruja calamidad y Soliman. Y, en definitiva, tampoco es ningún cobarde como piensa el propio Howl.


Él solo está confundido y se siente solo. De nuevo, los problemas que nos presenta Miyazaki, en un mundo de fantasía, no son de naturaleza mágica, ni desconocida, son humanos.


Howl ha estado perdido tanto tiempo, que cree que lo único que puede hacer es seguir vagando de un lugar a otro, sin una causa específica. Sin embargo, este miedo a confiar en la gente no es tan fuerte, como para hacerlo apartar del mundo humano por completo.


De ahí que de alguna forma mantiene ese contacto con la realidad, sea a través de mujeres, clientes u aprendices. De vez en cuando, Howl deja el páramo para entrar en ese mundo, el mismo mundo que parece rechazarlo y al cual le teme, porque su corazón desea lo que todos tienen: amor.


Sin embargo, cuando Sophie llega a la vida de Howl algo extraño ocurre. Al lado de Sophie, Howl se da cuenta de que puede ser él mismo. No hay necesidad de fingir, no hay necesidad de impresionarla, pero tampoco de lucir aterrador.


La confianza que Sophie le trasmite le permite mostrar su lado más patético, porque ella lo ama tal cual es. Así las cosas, ahora que Howl a encontrado algo qué proteger, decide que no puede seguir huyendo, no de Soliman, ni sus secuaces, sino de su propia oscuridad.


Su amor por Sophie se convierte en su gran fortaleza, en su motivación para seguir adelante. El miedo de Howl de perder a Sophie se vuelve más fuerte que el miedo a enfrentar su pasado.


En otras palabras, Howl decide ser mejor persona por ella, incluso si eso significa morir. Desde su perspectiva, Sophie merece vivir en un mundo de paz y la única forma de lograrlo es luchando. Ya no hay vuelta atrás. Hay algo más importante ahora, alguien que merece la pena proteger, alguien por quién arriesgarse, alguien a quien amar.



Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios