¡Alto!
No quiero hablar
sobre el origen de la vida, ni de quién tiene la razón. Quiero hablar
de porqué estoy donde estoy y para qué.
Si alguna vez te preguntaste ¿Por qué naciste? ¿Para qué viniste al mundo? o ¿Cuál es tu propósito? Este artículo es para ti. Y aclaro, no soy psicóloga, ni me he dedicado muchos años a estudiar la mente humana. Sin embargo, considero que puedo brindarte mi punto de vista sobre la vida y sobre por qué vivir.
Y quiero empezar con
un simple ejemplo.
Esta mañana salí a
pasear a mis perros y decidí detenerme en un parque antes de regresar a casa, pues lidiar con dos perros no es tarea fácil. Al
poco rato apareció una niña que se dirigía a la tienda o quizás a su casa, y detrás
de ella venía un gato.
Dos perros, un gato,
no es buena combinación, ¿cierto? Cuando la niña vio que su gatito no se movía,
fue por él, pero asustado, el animal se lanzó a los canales del agua.
Por fortuna, nada le
pasó, el canal estaba seco, pero la niña tuvo que frenar y convencer a su gato de que saliera de su
escondite.
En ese momento me
quedé pensando que, aunque no lo queramos, constantemente estamos interviniendo
en la vida de otras personas. Es decir, de alguna manera somos
responsables del destino de los demás.
La vida nos conecta
con los otros de las formas más extrañas posibles.
Para ponerlo en
términos simples, si yo no hubiese salido de mi casa a pasear a mis perros, el
gato no se hubiese tirado a la canal y la niña hubiera llegado temprano a casa.
Estar en un momento
determinado, a una hora determinada, puede cambiar el curso de la
vida de alguien más o incluso el curso de la propia historia.
Esto quizás pueda hacernos entrar en pánico. Pero, ¿y si no existiéramos? ¿Acaso sería mejor?
Imagínate que estas
conduciendo por la carretera a media noche, cuando un animal se te atraviesa en la vía y
te accidentas. Por esa misma ruta conduce A, quien se detiene y te brinda ayuda. Tú te salvas solo porque A estuvo ahí.
Ahora imagínate que
tu destino es salvar a 'A' algún día y no el de ser salvado. Es decir, el
bienestar de A depende de que tú existas en el futuro. Pero por alguna razón decides ponerle fin a tu vida. En ese caso, te haces indirectamente responsable por la muerte de A, porque nunca aparecerías.
Podemos pensar que
solo nosotros somos responsables de nuestra vida, pero es posible que alguien,
en un futuro que todavía desconoces, necesite de ti, aunque sea de la forma
menos inimaginable.
Si aún no estás convencido
de que tu existencia es esencial para el mundo escucha esto:
Dietrich von Choltitz.
1944. Cuando la derrota de Alemania en la guerra era inminente en cabeza de los
aliados, Hitler dio la orden de destruir Paris, pero Choltitz, máximo
general nazi en Francia, aplazó la orden tanto como pudo, hasta que Paris fue
liberada.
Stanislav Petrov.
1983. Teniente de la Unión Soviética, conocido por haber evitado una posible
guerra nuclear con los Estados Unidos al detectar exitosamente, no una, sino
dos alertas de misiles como una alarma falsa.
Y sin irnos más allá,
yo misma me he topado con personas que me salvaron de un buen
lío.
Trinidad y Tobado.
2014. Eran nuestros últimos días de viaje en este país, cuando, luego de una fiesta, mi exnovio y yo perdimos el transporte
de regreso a casa. Sin saber cómo volver, vimos a un automóvil detenerse en nuestra acera. Un isleño y una venezolana se
ofrecieron a llevarnos. Aunque algo pasados de tragos, la pareja nos dejó sanos
y salvos en la puerta de nuestro hospedaje.
Ahora, si volvemos al primer
ejemplo, si A no se hubiese detenido en la vía tú quizás estarías muerto. De no
ser porque Chotitz estaba al mando es posible que solo conociéramos Paris por viejas fotografías. Si otro teniente y no Petrov hubiese cumplido
con las órdenes de la Rusia Soviética, hoy no estaría aquí escribiendo este blog, y si aquella pareja no nos hubiese recogido a mí y a mi exnovio, nosotros… tal
vez solo hubiésemos regresado a la fiesta, pero nunca sabremos.
El punto es que somos únicos e irremplazables y existimos sencillamente porque somos necesarios.
A veces podemos
pensar que no somos importantes, que nuestra ausencia no hará la diferencia y
que como quiera el mundo seguirá girando, pero todos nuestros actos tienen una
consecuencia que influye directa o indirectamente en el curso de la historia.
Esto no significa que
debamos preocuparnos en exceso por cada una de nuestras decisiones, pero sí debemos
ser más conscientes de lo que hacemos, porque no sabemos cuántas vidas hemos
afectado por nuestro accionar, ni cuántas vidas dejaremos de salvar por nuestra
ausencia.
Por eso, si un día
decides que ya no deseas existir, significa que estás dispuesto a arruinar la vida
de alguien más. ¿Realmente crees que puedes cargar con ese peso?
Y podría terminar ahí,
pero un último ejemplo no sobra.
Colombia. 1999. Garavito,
uno de los violadores de niños más temidos del mundo fue capturado cuando
intentaba violar a un niño en Villavicencio. Fue un indigente que pasaba por
el lugar el que escuchó sus gritos y lo delató a la policía. ¿Te imaginas que no hubiese existido?