Señoras y señores este es solo una publicación para hablar de lo fabuloso que es mi cabello.
Lo siento, ¡Alguien tenía que decirlo! Y si con decirlo no suena lo suficientemente chido, ¿por qué no escribir un artículo sobre él?
Todos en algún momento deberíamos hablar así de nosotros, de algo que nos gusta porque sí y punto.
La historia de mi pelo es muy sencilla, se corta corto y ya está, el
resto del trabajo lo hace él.
He escuchado cientos, miles, millones de veces comentarios como: "¿Por
qué no te dejas crecer el cabello?" "Si lo tuvieras largo se te vería mejor" "No me gusta el cabello corto".
¿Alguien se ha puesto a pensar si esto es lo que quiero? Apuesto que no…
La verdad es que no me importa si parezco un caballo con peluca, yo soy
feliz así.
Y es que en la actualidad el cabello largo sigue siendo uno de los
mayores símbolos femeninos. Y de esto opinan tanto hombre como mujeres.
Existe un apego incuestionable a mantener el mismo estilo de cabello por
los siglos de los siglos. Pero yo pienso: ¡Qué aburrido! Variemos un poco.
Sé que tenemos miedo a 'meter la pata', como diríamos entre amigos, pero
la vida es solo una y el cabello merece disfrutarla.
Para ponerles un ejemplo, piensen en aquellas mujeres que no tienen
mucha pinta de mujeres, quiero decir, mujeres apegadas a lo masculino que aún
conservan el cabello largo como la única conexión con su lado femenino.
Lo cierto, es que existen muchas formas de ser femeninas, y cortarnos el
pelo no nos restará feminidad.
Hay que entender una cosa, es solo cabello y si se corta crece, créanme. Juro que no son cuentos chinos.
Cada vez que voy a la peluquería con ganas de hacerme un cambio, no
falta el pensamiento miedoso que me dice que no lo haga, pero entonces digo,
soy bonita y me veré bonita con lo que me haga, y si me queda mal, es solo
cuestión de esperar.
Todas debemos confiar, así sea un poco, en nuestra belleza, mirarnos al espejo
y decirnos: "Oye, que guapa te ves así, pero es hora de un cambio".
¿Cuántas risas no puede producir un corte de pelo? ¿Cuántos buenos
recuerdos no nos trajo esa foto con el peinado del hongo? ¿O aquella
trasquilada que nos dimos jugando con las tijeras?
No se trata de volver al estilo que alguna vez nos produjo malos ratos,
es poder mirar al pasado para poder decir "he cambiado".
Y sí, un cambio de look puede traer muchas consecuencias positivas.
Aunque suene increíble, esto nos puede ayudar a superar etapas que han sido
difíciles para nosotros. De tal manera, que cuando vuelvas a mirar a tu antiguo
yo, pienses en que fue él y no tú quien atravesó un mal momento.
Recuerdo haber tenido el cabello largo en el colegio, al menos, por
debajo de los hombros.
En mis quince años lo tenía hasta la media espalda y lo odiaba, sentía que
me pesaba, que no era más que una carga. Mantenerlo así me significaba mayor
atención, cuidado y sobre todo tiempo que no quería invertir.
Soy de las que opina que el cabello debe hacer parte del trabajo,
mientras que la otra parte la hace el peluquero, y bueno, la otra la haces tú.
Pero siguiendo con la historia, después de mis cumpleaños hice
desaparecer la simetría de mi cabello con un nuevo corte. Y no es que quiera
presumir, pero ese corte lo cambió todo. De hecho, cuando regresé a clases
después de las vacaciones, y que por cierto llegué tarde el primer día, todos
se quedaron boquiabiertos al verme. Hasta recuerdo que un compañero me dijo que
había atravesado por un cambio extremo y créanme que nunca terminé de entender
donde empezaba el cumplido.
Desde entonces no hay corte que por bien no venga. Cada seis meses me
hago un retoque y cada año, para mi cumpleaños, me atrevo a intentar un nuevo
estilo. Algunos los he preferido sobre otros, pero lo importante es sentirme
bien conmigo misma.
Que yo use un de tipo corte no significa que le quede bien a todo el mundo,
pero no saber cómo va a quedar es parte de la diversión. Todos los rostros son
distintos, solo tienes que encontrar un estilo que te favorezca. Internet es de
gran ayuda en el proceso, y si no es suficiente con Google, te recomiendo usar
Pinterest, una excelente herramienta para obtener ideas, no solo de cabello,
sino de todo tipo. Pero lo más importante no es la idea, es dar el paso y
atreverse a decir sí.